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Pasando las páginas de ese pequeño libro de fotos, Argentina sentado ahí, viendo las millones de fotos que habían de todos, hasta que pasó por la parte de fotos de México.
México en aquellas fotos tenía una estatura pequeña, a pesar de que ya era un adulto bastante grande de edad, su estatura siempre fue pequeña las primeras veces, hasta que se fue por dos años, cuando volvió, era mucho más alto que él. Ver las fotos del mexicano eran adorables, porque le recordaba a varias cosas, más porque México siempre se molestaba.
México un día gritó que iba a ser igual o más alto que todos ellos, más fuerte también.
¿Lo logró? Era claro que sí.
—Mi solecito, ¿Qué haces ahí, corazón?—México preguntó, acercándose y después sentandose detrás de él, acercándolo a él para tenerlo sentado entre sus piernas. Al ver las fotos, decidió callarse.
—Mira lo tierno que eras cuando eras pequeño.—Le mostró las fotos, sonriéndole. Le gustaba verlas.—Era tan adorable, era más alto que tú en este tiempo, y te molestaba que te dijeran que lo eras.
—¿A quien no? Se burlaban de mí, wey...
—¿Cuanto mides ahora?
—Dos metros con cinco, soy el más alto ahora, prometí lo que les dije cuando me fui, así que estoy feliz, además me casé contigo.
Argentina media solo un metro ochenta y cinco, había crecido también, pero parecía que hasta ahí se iba a quedar o iba a alcanzar un metro noventa.
—Ahora el pequeño eres tú.—Colocó su gran mano sobre la cabecita de Argentina, revolviendo su cabello. Le dió un pequeño beso en la mejilla, abrazándolo, viendo las fotos con él.
Habían de ellos dos juntos, sentados juntos, hablando o simplemente agarrados de la mano. Muchos bromeaban con que iban a ser novios, por alguna razón se molestaban cuando les decían que eran novios, que se iban a casar.
Ahora sabían que se molestaban porque era cierto que se querían más que solo como amigos.