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México se encargaba de los tres pequeños en lo que Argentina estaba arriba en la habitación descansando por unas horas. El mexicano se quedó a jugar con ellos, a darles de comer y pasar tiempo de caridad con sus hijos después de tanto tiempo lejos de ellos. Sus pequeños se divertían, riendo y corriendo a todas partes, subiéndose al cuerpo de su padre para aferrarse a él, Incluso a su espalda y que así les de un paseo.
México era un hombre muy grande y alto, por lo que los pequeños se sentían gigantes cuando su padre los cargaba o los levantaba en el aire. Cuando salían a dar paseos, los colocaba en sus hombros, era increíble la vista que tenían desde ahí.
— ¿Cómo se conocieron tu y papá solecito? — Mextina preguntó de repente en medio de las actividades que estaban haciendo. Mextina estaba en medio de un rompecabezas y los otros jugaban con sus peluche. México miró a su hijo al escuchar la pregunta.
— ¿Por qué quieres saber eso, corazón?— le preguntó con una sonrisa.
Mextina se encogió de hombros. — Quiero saber cómo eran ustedes cuando se conocieron.
México asintió. No pensaba que Mextina pregunte algo como eso a su corta edad, aunque le parecía tierna la curiosidad de su hijo de saber cómo eran sus padres cuando se conocieron por primera vez.
— Bueno, mi amor... Depende mucho del tiempo del que estemos hablando. — se quedó pensando acerca de eso puesto que era difícil responder a la pregunta inicial.
¿A qué época se refería? — Cuando ambos logramos nuestra independencia era 1824, el presidente de ese año le envío una carta al gobierno de papá solecito. Se podría decir que esa fue mi primera interacción con tu papá. — confesó.
— ¿Cuando se vieron en persona? — preguntó.
— En Mayo de 1914, papá solecito junto con Chile y Brasil impidieron una guerra entre Estados Unidos y yo. Nos reunimos y esa fue la primera vez que ví a tu papá, se veía muy lindo como siempre.
— ¿Papá solecito hizo eso? — cuestionó impresionado.
— Mmh. — sonrió, recordando aquel día a la perfección. Ambos eran jóvenes y se podía decir que hubo una gran conexión entre ellos desde el primer instante. La forma en la que se miraban a los ojos a pesar de que México al principio estaba enfadado, al ver a Argentina no pudo evitar sentir una gran paz. — La primera vez que fui a verlo fue en 1960, fue una visita y hablé con él.
— ¿De que hablaron? — preguntó.
— Al principio era sobre trabajo, después papá solecito me invitó a dar un paseo por su territorio, me enseñó todo de sus tradiciones y cultura, me pareció muy tierno la forma en la que me lo decía. — confesó, riendo al final al recordar que Argentina lo estaba arrastrando hacia todos lados para enseñarle todo lo que podía.
Argentina desde el principio sabía que había algo especial en México, no dudo mucho en enseñarle todo de él, incluso llegaron a tener pequeños momentos de tensión dónde sus cuerpos chocaban por accidente o hacían rozar sus manos, las sonrisas que se daban cuando se veían eran adorables, parecían adolescentes pasando por su primer amor.
