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El menor se quedaba admirando a México desde lejos, el mexicano estaba afinando su guitarra, hacia bastante tiempo que no le tocaba nada a su solecito y quería tocarle una canción. Argentina lo miraba sentadito ahí, con una pequeña sonrisa en su rostro.
El mexicano lo miró, sonriendole de vuelta.
—¿Qué tanto estás mirando, solecito?
—¿Uh? No, nada... Solo... Te ves muy lindo.—Dijo, yendo cerca del mexicano, abrazándolo, aunque la guitarra estaba entre medio de ellos. México dejó la guitarra a un lado, agarrando al menor en sus brazos para besarlo.—¿Cómo puedes ser tan atractivo y lindo?
México fue besado en todos lados de su rostro, agarrando al del sol para sentarlo en sus piernas, aún abrazándolo, Argentina se acomodó ahí mismo, sonriendo, abrazándolo, se acurrucó en su pecho, cerrando sus ojos, feliz de estar ahí junto a él.
