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Mextina jugaba con sus peluchitos en la cama, tranquilo, Argentina no estaba en la casa, había salido a resolver algunos problemas y México se había quedado dormido en la cama, si, estaba tan cansando cuando llegó del trabajo que solo jugó unos mi...

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Mextina jugaba con sus peluchitos en la cama, tranquilo, Argentina no estaba en la casa, había salido a resolver algunos problemas y México se había quedado dormido en la cama, si, estaba tan cansando cuando llegó del trabajo que solo jugó unos minutos con Mextina antes de caer dormido, aún así, tenía su mano en la pancita de Mextina para que no vaya a caerse o algo, o intentar bajar de la cama.

Mextina miraba la televisión donde pasaban sus caricaturas.

Agarró el control remoto, presionando botones al azar, hasta que se topó con un canal donde hablaban de México y Argentina, habían fotos de ellos, por lo que Mextina se emocionó, riendo y aplaudiendo.

—P... ¡Papá! ¡Papi!—Mextina daba saltitos en la cama, aplaudiendo, volteando a ver a su papá. Se molestó al ver que estaba durmiendo.

Se acercó, dándole un manotazo en medio de la cara a su padre mexicano.

Se despertó de inmediato con el dolor del golpe.

—¡Mextina!—Le alzó la voz a su hijo, quien solo hizo un puchero, no le gustaba cuando le alzaban la voz, aunque no era usual en México, esa sería como la primera vez que le alza la voz.

—U... Uhm...—Estaba a punto de llorar.

—Uh... No, no, no llores, mi vida, entiende que no puedes golpearme a mi o a tu otro papá de esa forma, cariño, no está bien.—México lo acercó a él, sentandolo en su pecho.—Solo no vuelvas a hacerlo, lastimas mucho a papi.

Asintió, luego apuntó a la televisión, México miró, suspirando cansando, cambiándole a las caricaturas de su pequeño.

Eran solo personas hablando mal de su relación y del pequeño Mextina.

—¿Tienes hambre, mi corazón?—México se levantó, Mextina asintió feliz, el mexicano se acercó a él, dándole millones de besitos en su mejilla, causando al pequeño reír fuerte por las cosquillas que eso le daba.

México dejó varias almohadas alrededor de Mextina, para que no vaya a caerse o algo.

—No vayas a intentar bajarte, mi vida, es peligroso, no tardo, solo iré a la cocina a ls cocina a traerte algo de comer, así que quédate ahí.

México bajó rápido, preparándole algo rápido a su pequeño para que coma con algo de agüita. Cuando regresó, Mextina estaba intentando bajarse.

—¡Mextina, no, no, no hagas eso, mi amor!—México dejó todo a un lado, agarrando a su bebé, sentandolo en la cama, en medio de esta.—No hagas eso, Mextina, no vuelvas a hacerlo, no.

—¿Por qué?

—Porque te puedes lastimar, corazoncito, y tú no quieres que a tu papi le de un infarto si te ve en el suelo.

Mextina rió, acostándose en la cama, después fue sentadito para que coma algo.

Argentina llegó poco después, escuchaba las risas de su pequeño. Sonrió, yendo ahí y viendo a México con Mextina jugando mientras comían frutita.

A veces Mextina agarraba un pedazo de manzana con el tenedor chiquito para bebé y la acercaba a la boca de México, quien lo comía con todo gusto.

Argentina se sentía el más afortunado.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora