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Mextina vigilaba a sus hermanitos como cualquier otro día, aunque lo estaba haciendo bien sus hermanitos lo veían intimidante y hasta les llegaba a dar miedo por lo que jugaban hasta con cuidado de no hacer mucho ruido

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Mextina vigilaba a sus hermanitos como cualquier otro día, aunque lo estaba haciendo bien sus hermanitos lo veían intimidante y hasta les llegaba a dar miedo por lo que jugaban hasta con cuidado de no hacer mucho ruido. No solo eso, pero no sé encontraban en la casa de sus padres, estaban con los estados de México, quienes también vigilaban a los tres. En ese caso, los pequeños dos gemelos no tenían miedo de Mextina, tenían miedo de los monstruos que estaban detrás de su hermano. Los estados habían prometido ser mejores hermanos y lo estaban haciendo.

No de la mejor manera aún así. Más bien daban miedo. Uno de los gemelos comenzó a llorar al sentir un vacío en su pancita, no había comido nada desde que llegó. Querétaro pronto llegó con un biberón con leche calientita, la cual al bebé se tomó de inmediato y con cierto desespero, moviendo sus piecitos. Querétaro parecía ser el único que cuidaba bien de los bebés, le importaba después de todo.

—¿Podrían ayudarme con los bebés? Soy el que está haciendo todo. Además los están asustando.—avisó de mala forma, agarrando a un bebé para hacerlo eruptar cómo siempre, dandole palmaditas en su pequeña espaldita. El pequeño se fue quedando dormido después en brazos del estado, más tranquilo, aunque el otro bebé se quedó dormido en el suelo.

Los estados no sabían nada de como cuidar bebés de ese tamaño. Eran muy pequeños, tenían miedo de lasrimarlos cuando los levanten, tal vez ser bruscos sin darse cuenta que era un gran problema de ellos, no saber controlar la fuerza que tenían en contra de alguien que era literalmente un bebé.
México confiaba en ellos, más de lo que confiaría en las provincias de Argentina, claro.

—Creo que sería bueno que mis provincias pasen tiempo con los niños. Les va a servir después de todo, algún día deben de aceptar que tienen otros hermanos.—Argentina habló en la cama mientras era abrazado por su esposo. Habían decidido mejor tomarse un tiempo de descanso, solo el fin de semana para dormir y estar en paz por dos días.

—Mi amor, sabes que a tus hijos todavía no les agrada la idea de que tengamos bebés juntos. Aunque es algo estúpido porque ya tenemos tres.—respondió, acariciandole el cabello.—no solo eso pero tus provincias son... Eeh, no muy cuidadosas.

Tenía cuidado con lo que iba a decir acerca de las provincias. Él ya tenía experiencia al cuidar de ellos y digamos que no eran los más tranquilos del mundo, casi prendiendo fuego a la sala de estar al estar jugando a veces. México no pudo explicar nada de eso a Argentina cuando le preguntó porque había marcas de quemaduras en los sillones.

—¿Y que te hace creer que tus estados están haciendo un mejor trabajo?

México iba a responder hasta que se dió cuenta de que no tenía que decir acerca de eso. Ni él sabía cómo sus estados andaban con sus tres hijos, confiaba en que los estaban cuidando. Y en efecto, lo estaban haciendo con ayuda de los estados que si sabian cómo cuidar de bebés, aprendiendo a preparar la leche y como dormir a un bebé en brazos, cómo cargarlos y jugar con ellos sin ser bruscos, pero más bien suaves y gentiles con su tono de voz.

—Solo se que están haciendo lo mejor para ayudarnos, corazón. Ahora a dormir, lo necesitas.—le dió un beso en la frente antes de cerrar sus ojos y acomodarse en la cama, tapando a ambos con la sábana para poder dormirse. Argentina no podía dormir tranquilo sabiendo que sus tres hijos estaban con los de México.

Todavía tenía un cierto miedo a ellos, y con bastante razón les tiene miedo con todo lo que ha descubierto de ellos en los últimos meses debido a México y las juntas que daban. Sabía lo peligrosos que eran algunos de ellos y eso no le daba seguridad de dejar a sus tres bebés con los estados de los que había escuchado atrocidades.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora