🐞 › ♡˖°꒰ 1 9 3

712 64 13
                                    

México y Argentina compartían un lindo momento juntos después de un largo día, habían ya acostado a sus pequeños y ahora tenían unas horas de la noche para ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

México y Argentina compartían un lindo momento juntos después de un largo día, habían ya acostado a sus pequeños y ahora tenían unas horas de la noche para ellos. Acostados en aquel sillón algo cansados, exhaustos hasta devastados de todo lo que habían hecho en el día. Habían trabajado, llevado a sus pequeños con ellos debido a que no tenían donde dejarlos en esas horas, darles clases a los tres niños, hacer de comer, pasar tiempo con ellos y seguir trabajando después. A pesar de ser padres, no podían dejar atrás sus responsabilidades como países.

Habían viajes que se tenían que hacer y debían de planear quien se llevará a los pequeños en ese tiempo. Ambos se iban a sus territorios y los niños obvio no se podían quedar solos, tenían que llevarlos.

Argentina acostado sobre el pecho de México, los ojos cerrados y simplemente dejándose llevar por las caricias que le dejaba en el cabello. Se sentía bien, relajado y listo para dormirse ahí mismo sin importarle nada más. Bostezando, se frotó contra el pecho de México, tratando de acomodarse más. Era cálido y cómodo a decir verdad, más de lo que esperaba. Dormir en el pecho de México era otra experiencia, era increíblemente bueno.

No solo él dormía sobre el pecho de México, pero también los niños. Cuando eran bebés, paraban de llorar apenas sus cuerpos tocaban el pecho de su padre y de esa forma volvían a dormir el resto de la noche o la tarde. Había algo que les hacía calmarse de inmediato.

Al pasar las horas, México despertó al sentir una presencia con ellos que lo obligó a abrir los ojos. A un lado de él estaba uno de los gemelos mirándolos con aquellos enormes ojos ámbar y directamente como queriendo levantarlos solo con la mirada.

—Ah, mi amor, ¿Qué estás haciendo aquí? Es tarde, tienes que ir a dormir. —le dijo a su pequeño hijo quien solo negó varias veces. —¿Qué tienes, corazón?

—Argmex quiere ir al baño... —susurró.

México suspiró, levantándose del sillón y dejando a Argentina acostado en el mismo con cuidado para ir a ayudar a su pequeño. Tomándole de la mano al gemelo para ir a la habitación donde estaba Argmex moviéndose de un lado a otro por la desesperación. Todavía no sabían cómo ir al baño solos, por lo que México tenía que ayudarlos.

Al terminar con aquello, acostó a ambos gemelos en sus cama, arropando a ambos junto con sus peluches, dándoles un beso en la frente a ambos para que duerman mejor. Les había dejado su lucecita de noche para que no estén a completa oscuridad.

En su ida a la sala de estar decidió abrir la puerta de la habitación de Mextina para revisar que este durmiendo tranquilo. Sonrió al ver que era así. Mextina dormía abrazado a su peluche de sol, pero no tenía las sábanas puestas, por lo que México entró para arroparlo.

Argentina por su lado, no iba a despertar por nada en el mundo, estaba tan cansado que iba a dormirse sobre cualquier cosa. Si no fuera porque México lo cargó hasta la habitación, no se hubiera movido de ahí en toda la noche, arriesgando la salud de su espalda.

Por la mañana despertó desorientado, no sabiendo como llegó a la cama y de como ya eran las dos de la tarde. Se levantó de golpe de la cama, puesto que no era normal que se quede dormido tanto tiempo. Apenas saliendo de la habitación, chocó con México quién lo sostuvo de la cintura por la sorpresa que le ocasionó.

—Mi amor, ¿Qué haces despierto? Vuelve a dormir. —le pidió de inmediato. México se había despertado temprano a pesar de lo cansado que estaba para hacerle el desayuno a sus hijos y también el almuerzo, había cuidado de ellos en lo que Argentina dormía.

—No, no. —se negó. —Son las dos de la tarde, México, no puedo quedarme durmiendo más tiempo. Tengo hijos que cuidar. —habló, pasando sus manos sobre su rostro. Apenas y su mente estaba comenzando a trabajar en ese momento. —¿Por qué no me despertaste?

—Te ví muy cansado ayer y decidí que era mejor no hacerlo. Tienes que descansar, Argentina, te ves muy cansado. —le agarró de las mejillas, haciendo que lo miré a los ojos. —yo me hago cargo de los niños, tú solo ve a la cama y descansa lo que quieras.

—Pero-

—Nada. Te traeré la comida. —avisó, dejando que entre a la habitación. —los niños están jugando fuera, no te preocupes.

—México... —lo llamó antes de que se vaya.

—Dime, corazón.

—No quiero estar ausente con los niños porque estoy cansado, México. —admitió, sentandose en la cama. —no se porque me estoy cansado más de lo normal... Hay veces en las que no puedo despertar, o me quedo dormido en el trabajo. —confesó, pasando su mano por su cabello.

—¿Qué sientes, mi vida?— se acercó, agachandose frente a Argentina para agarrarle de las manos. —¿Sientes mucho cansancio?

Asintió.
—Mmh. El cansancio que sentía cuando estaba embarazado. —admitió de repente, mirando hacia abajo a las manos de México que lo sujetaban.

Todo se quedó en un silencio hasta que Argentina abrió sus ojos en grande por la realización en su cerebro.

¿Será? Se preguntaba a si mismo si era posible, pero no podía ser así, era imposible, le dijeron que después de los gemelos no podría quedar embarazado otra vez.

No podía ser eso.

—Solecito... ¿Crees que..?

—No... No, no, no. México, no puede ser eso. —se negó asustado, riendo nervioso después. —Es imposible.

Se vieron por unos momentos y después de eso decidieron que era mejor ir a comprobarlo. No iban a quedarse con la duda, el estrés de lo mismo podría causarle más malestar a Argentina y no era agradable.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora