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Argentina despertó como de costumbre entre los brazos del mexicano, acurrucado ahí en su pecho, todavía con algo de sueño, frotó su carita con el pecho del más alto haciendo que México se despierte, viendo hacia abajo a Argentina, quien lo miró, alzando su cabecita para verlo.
—Buenos días, solecito.—Le dió un pequeño beso en la frente, notando que estaba temblando. Estaban en la residencia del mexicano en su territorio, por lo cual digamos que todo era más cómodo, para Argentina.
¿Por qué? Las cosas estaban a su alcance siempre, mientras que México tiene que agacharse para entrar en las habitaciones y salir de ellas, era incómodo.
—¿Tienes frío, mi amor?—El menor asintió. Claro que tenía frío, estaba desnudo en la cama y las sábanas no daban para mucho. México se levantó para ir por otra sábana.
Cuando volvió, vio a Argentina enrollado en las sábanas por completo, solo se veían sus ojitos y sus labios rojizos por el mismo frío.
—Ven, tienes que vestirte, así no tendrás tanto frío.
—No quiero~
—Pero tienes frío, cosita linda... Ven, no vas a tardar nada en vestirte y después puedes acostarte otra vez, corazón.
—Uhm, no... Caliéntame de otra forma...
—... No, suficiente con ayer.
Argentina hizo un puchero, vistiendose debajo de las sábanas, saliendo de la cama con las sábanas en su cuerpo para ir a comer algo con México.
El menor estaba ahí tranquilo haciéndose algo de comer, hasta que escuchó el ruido de un golpe.
—¿México?
México se había golpeado la cabeza con el marco de la puerta que era bastante bajo para él.
—México, ten más cuidado.—El menor le agarró la mano, sentandolo en la silla de ahí, todo era pequeño para él ahora, sus piernas eran largas y ya deben de imaginarse que no era sencillo sentarse en una silla cuando mides más de dos metros, no era cómodo para las piernas.
—Ah... Ya recuerdo porque me fui de aquí...
Argentina le dió un besito en la frente, abrazándolo.
—Alcanzas el techo... Es entendible.
—¿Me das otro besito? Si me duele cabron por el madrazo que me di...
