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—¡Solecito hermoso!—México se acercó a Argentina, abrazándolo fuerte después de no haberlo visto por una semana. Lo alzó un poco del suelo para abrazarlo mejor, lo llenó de besos en el rostro.—Mi chiquito bonito, te extrañé mucho, calabacita.
Argentina rió suave, abrazando también a México para besarlo de vuelta. El tricolor lo dejó de pie en el suelo, arreglando su bello cabello.
—¿Cómo estás, amorcito? ¿Te fue bien?—Cuestionó. Argentina asintió con una sonrisa en grande, agarrando la mano del mayor.
—Fue muy estresante a veces, Brasil me ayudó mucho con algo de mi trabajo.
Brasil miraba como la pareja se abrazaba y se daba besos, desvió la mirada a otro lado, quería acercarse a despedirse de Argentina, pero... Tenía un problema, no podía acercarse cuando estaba México. El brasileño seguía amando a Argentina, si, a pesar de que esté ya estaba casado y tenía una relación larga con el mexicano.
Pensó muchas veces en besarlo cuando lo tuvo cerca.
Argentina no notaba nada de eso, confiaba en él.
México también confiaba en que eso jamás sucedería.
