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Argentina estaba parado frente a la puerta de la habitación de EDOMEX, suspiró nervioso, jugando con sus manos, tocando a la puerta poco después, llevaba en su mano un platito con comida, México no estaba por lo que pensó que era una buena idea ll...

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Argentina estaba parado frente a la puerta de la habitación de EDOMEX, suspiró nervioso, jugando con sus manos, tocando a la puerta poco después, llevaba en su mano un platito con comida, México no estaba por lo que pensó que era una buena idea llevarle algo de comer al hijo de su esposo.

EDOMEX abrió la puerta, mirando hacia abajo al esposo de su padre.

—Uhm... Te traje esto, no has comido nada desde la mañana y pensé que tendrías hambre.—Argentina dijo, dándole el platito al más alto, asustado. EDOMEX agarró el plato, agradeciendo y después cerrando la puerta.

¿Por qué era tan amable con él? EDOMEX no lo entendía, su padre siempre suele decirles que sean amables con Argentina, que traten lo mejor que puedan de ser amables y atentos por lo menos un poco, para no asustarlo, de por sí estaba debajo de mucho estrés por sus propios hijos para que tenga a treinta y dos hombres más.

México llegó después de unos minutos, viendo a Argentina sentado en el sillón, se veía nervioso.

—¿Qué pasó, solecito?—Preguntó.

—México, ¿Por qué tú hijo se comporta así conmigo? Parece que no le agrado.—Dijo cabizbajo.

—Ah, eso... EDOMEX es complicado, no confía mucho en la gente, es muy difícil hablar con él, solo yo puedo hablar con él por más de una hora antes de que se moleste. Te diría que no intentes hablar con él, por favor.

Argentina asintió, yendo dónde México, abrazándolo y recibiendo un besito en la frente.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora