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Argentina llevaba unos días enfermos

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Argentina llevaba unos días enfermos. No era nada preocupante, solo era el cansancio y el estrés del que se estaba exponiendo por la cantidad de trabajo que tenía. Le dieron un descanso de un mes debido a que podría afectar bastante a su salud si seguía de esa forma. El dolor en su cuerpo pasó de ser insoportable sin medicamentos a solo un malestar en la espalda y el cuello. Odiaba tener que quedarse en la cama sin poder hacer nada, se sentía inútil ahí cuando él quería salir de la cama y estar con sus hijos, con México también.

México cuidaba de él como siempre, no era una sorpresa que México ande en todos lados para cuidar no solo de sus hijos, pero también de Argentina. Sabía a la perfección que su solecito estaba molesto porque quería ser de ayuda en la casa como antes pero, el mexicano se lo impedía debido a que le habían dicho que era mejor que se quede en cama si no quería que el dolor volviera a ser insoportable.

Los tres pequeños andaban en la habitación de sus padres. México había salido a contestar una llamada y ellos se quedaron con Argentina. Jugando por la habitación, subiéndose a la cama para acostarse unos momentos y volver a tirarse al suelo a jugar. Mextina como siempre cuidaba de que sus hermanos no se lastimen.

—No bajes de la cama. —Mextina regañó a uno de sus hermanos que intentaba tirarse desde la cama al suelo. Bajando con cuidado a su hermanito al agarrarlo en sus brazos, dejándolo con el otro.

Argentina miraba con una sonrisa como los pequeños jugaban en todos lados, de vez en cuando iban con él a darle un beso en la mejilla o pedir un abrazo. Argentina no les negaba ningún tipo de cariño, amaba con su vida a sus hijos. Era lo más preciado para él, y porque habían salido de él, no pasó todo ese dolor por nada.

También adoraba a México, aquel hombre que estuvo siempre a su lado para ayudarlo en cualquier cosa e hizo que esos meses fueran increíbles. El día del parto se le había olvidado el porque amaba a México, entre el dolor, llanto y desesperación le lastimó los brazos a su amado esposo que hasta lo mordió, y esa mordida no se había ido después de tantos años, mantenía la marca de por vida.

—Solecito. —escuchó decir a México, viendo que entraba y se sentaba a un costado de él —. estuve hablando con unos doctores que van a revisarte en unos días. Me preocupa que estés tanto tiempo enfermo, mi amor.

—Lo sé. No te preocupes. —habló con una sonrisa. —yo también me preocupo pero, te aseguro que todo va a estar bien. Solo es el estrés. —habló, dandole un beso en la mejilla para mantenerlo tranquilo.

México apoyó su frente en el hombro de su esposo, suspirando después. Abrazando a Argentina con mucho cuidado, se quedó de esa forma con él por unos segundos. Quería tenerlo cerca lo más que podía. Hacia muchísimo tiempo que no lograba tener un tiempo a solas que no sea en la noche antes de dormir donde se tomaban unos minutos para abrazarse y darse besitos como antes.

Tener hijos no era algo fácil y ya lo sabían al tener tres. Era complicado pero, amaban a sus pequeños sobre todo. Eran pequeños todavía y tenían una muy larga vida por delante al ser representaciones de ambos países, era un puesto muy importante cuando sean mayores.

Mextina tenía mucha responsabilidad sobre él en el futuro al ser el primer hijo de México y Argentina.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora