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México despertó de golpe en medio de la noche, se levantó de la almohada, el corazón acelerado. Había soñado algo horrible acerca de Argentina, el menor no estaba en casa, se había ido a una fiesta con amigos, México no fue debido a que tenía un dolor horrible en la cabeza por todo el trabajo que había hecho.
No debía de preocuparse mucho por Argentina, debía de pensar que todo estaba bien, el menor no era un niño, sabía cuidarse bien solo... A pesar de que trató de convencerse de que todo está bien, no podía evitar estar preocupado.
Su teléfono vibró. Lo agarró, viendo que era Argentina, eran casi las cuatro de la mañana.
—¿Qué pasó, mi calabacita?
—Oh, México... Pensé que estabas durmiendo, cariño.
—Lo estaba, me desperté hace unos minutos. ¿Todo está bien, mi amor?
—Uhm... ¿Podrías venir por mi? No quiero regresar solo a casa...
—Estaré ahí en unos minutos, quédate con los demás.
México se despidió de él, cuando Argentina colgó, el mexicano se vistió rápidamente para ir por su solecito. No quería que regrese solo a casa por la madrugada, podría ser peligroso, no solo para él pero para todos los demás.
En unos minutos ya estaba ahí, salió del auto para ir a buscarlo. Entró al lugar, viendo al menor sentado ahí, se veía que temblaba, había mucho frío y no había llevado un suéter o algo.
—Solecito bonito, vamos a casa, mi amor.
Argentina al escuchar eso, corrió a México, abrazándolo, temblaba mucho, su piel estaba helada. El tricolor al sentirlo, lo abrazó también para darle algo de calor, lo cargó con cuidado para llevarlo al auto, una vez dentro del mismo, le dió su suéter para que esté más abrigado.
—Te dije que te lleves un suéter, precioso.
—N-no pensé que hubiera tanto frío...
México condujo a casa, una vez dentro de la residencia, Argentina casi corrió a la cama para adentrarse en las sábanas. Se cambió rápido de ropa a algo más abrigado, esperando a que México se acueste con él para que lo abrace.
Ya ambos en la cama, el tricolor lo abrazó, arropando su cuerpito con las sábanas para que no le diera tanto frío, le dió un besito en la frente antes de acurrucarse en Argentina.
Argentina tenía suerte de que México tenía mucho calor corporal, era agradable y cómodo dormir con él en los días fríos.
