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Mextina estaba comenzando a hablar, aunque era algo medio confuso para el bebé por la pronunciación de las palabras, y llega a confundirse porque México lo pronuncia de una forma y Argentina de otra, por lo que no sabe cuál es la forma correcta de hacelo, aunque le dicen que era cualquiera, pero todavía era un bebé, no entendía.
—¿Entonces me estás diciendo que debe de ser el acento más neutral?—Argentina preguntó, extrañado. Era verdad que le estaba enseñando a vosear a su hijo, porque así era su acento, pero México le habla tuteando.
Mextina no entendía, por lo que debían de enseñarle, que significa lo mismo de todas formas, así el pequeño iba a crecer hablando con ambos acentos combinados, pero más hablando neutral.
—Creo que es suficiente por el día, míralo, se está durmiendo.—México dijo, preocupado de que su pequeño andaba cabeceando, ya tenía sueñito, era hora de la siesta después de todo.
—Todavia no hemos terminado.—Argentina habló, molesto.
—Pero tiene sueñito mi chamaco, mírale los ojitos, es hora de la siesta de mi calabacita.—México sonrió, agarrando a su pequeño, dándole besitos en la mejilla, despertando a Mextina quien solo sonrió débil, antes de caer dormido en el hombro de México.
Argentina estaba siendo algo estricto con el crecimiento de su hijo, pero México no tanto. El del sol miró a su esposo, se veía que llevaba mucho tiempo queriendo cuidar de un bebé, se le miraba por la forma tan tierna en la que trataba al bebé.
—Oh, México... Uruguay me dijo que está embarazado.
México miró a Argentina de inmediato.
—¿Qué? ¿De quién?
—Brasil.
Se miraron. Sabían que Brasil no se iba a hacer cargo de ese bebé.
—Eres un amigo cercano a Brasil, México... Tal vez puedas hablar con él sobre eso.—El del sol hablo, y es que él también había intentando hablar de eso, pero Brasil solo lo ignoraba, porque ya lo sabía, que no quería hacerse cargo era otra cosa.
