🍓 › ♡˖°꒰ 1 0 0 ; San Valentín

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El mexicano estaba regresando después de una pequeña junta por la mañana con algunos de sus hijos, eran las nueve de la mañana, había un sol hermoso y brillante, ya era catorce, pasó simplemente a comprarle unos girasoles a Argentina, también vari...

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El mexicano estaba regresando después de una pequeña junta por la mañana con algunos de sus hijos, eran las nueve de la mañana, había un sol hermoso y brillante, ya era catorce, pasó simplemente a comprarle unos girasoles a Argentina, también varias cositas como un pastelito de chocolate con fresas, y un peluche de ranita qué tanto pedía el del sol cuando salían a pasear por ahí.

Regresó a casa, abriendo la puerta, se olía un agradable aroma a chocolate saliendo de la cocina. Argentina ya se había levantado al parecer, cerró la puerta suave, yendo a verlo.

—Solecito, mi amor.—México sonrió, llamando por su esposo, quien se volteó de inmediato, sonriendo en grande, yendo casi corriendo a abrazarlo, le dió un gran beso en los labios, después en todo su rostro como forma de expresar lo mucho que lo ama y lo feliz que se siente de ese día.

—¡México, cariño!—Argentina estaba muy emocionado. Habían preparado también un picnic a un lugar especial y hermoso al que iban siempre, pero que debido a sus agendas llenas de trabajo, se les había sido imposible volver.

Argentina se separó, viendo los regalos, se sentía algo mal porque no podía comprarle casi nada a México, solo hacerle postres y la comidita que iban a llevar al picnic por ese día. Recordó que México lo hacía con todo el amor del mundo y no pudo sentirse otra vez tan feliz de tenerlo como esposo.

—Ten, te compré la ranita que siempre has querido.—México rió suave, dándole el peluche, Argentina lo agarró junto con los girasoles, abrazando los mismos, se sentía tan feliz, que podría morir entre toda su felicidad.—¿Te gusta, mi amor?

—Me encanta.—Argentina respondió con su sonrisa linda, dejando su peluchito en la mesa para admirar los bonitos girasoles que le habían comprado, eran tan hermosos y grandes, los puso en agua después, siguiendo con sus pastelitos.

—¿Qué haces, solecito lindo?—El mexicano preguntó, acercándose para ver qué es lo que cocinaba el menor. Al parecer eran varias cosas que iban a ir en la canasta de la comida. Se paró detrás de él, abrazándolo y dándole un pequeño beso en la mejilla.

—Solo unos pastelitos, estoy haciendo galletitas y más dulces.—Sonrió, mirándolo, le dió también un beso en la mejilla.—México, te amo.

—Yo también te amo, solecito.

—No, pero yo te amo más.

—Nos amamos por igual, igual de fuerte y mucho, ¿Cómo puedo estar con el solecito más hermoso, bello, precioso, divino de todo el mundo?—Lo abrazó, dándole besitos en todos lados que podía aún estando detrás de Argentina.—Eres mi vida, mi amorcito, te amo mucho, tanto, te adoro con toda mi vida, solecito.

Argentina reía sonrojado, dejándose besar todo lo que el mexicano quería. Lo amaba mucho y ¿Cómo decirle que no a todos esos besos que se le eran otorgados? Eran tan hermosos y suaves, no podía creer lo tan amado que se sentía. Su corazón latía muy fuerte con todas esas muestras de amor.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora