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—Papá nos dijo que cuidemos de Mextina

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—Papá nos dijo que cuidemos de Mextina.—CDMX habló cuando dejó al bebé sentado en el suelo, todos los demás estaban lejos del bebé, algo asustados porque nunca habían cuidado de un bebé antes, y les preocupaba un poco lo que pase.—¿Por qué tienen miedo? Solo es un bebé.

Mextina miró a los estados, riendo, levantandose para ir corriendo hacia ellos, se separaron de inmediato, como si Mextina fuera una plaga o algo, el bebé solo quería jugar con ellos como jugaba con su papá México, los veía muy altos, y quería ser cargado.

—¡Arriba, arriba!—Alzó sus brazos hacia EDOMEX, sonriendole y riendo, queriendo que lo cargue. EDOMEX miró con un leve desagrado a Mextina quien solo se sujeto de su pierna.

CDMX miró a su hermano.
—Levantalo, wey, no te cuesta nada.

EDOMEX suspiró molesto, cargando a Mextina, sin preocupación alguna, lastimandolo un poco de su bracito cuando lo levantó. Mextina se quejó, viendo a EDOMEX, ¿Por que tenía todas esas marcas en el rostro?

—Uh... Miedo...—Buscó con su mirada a otro que no le de miedo, apartando a EDOMEX con sus manitas, a veces rasguñando, lastimando al estado.

—¿Pueden quitarme a este cabron antes de que lo tire por la ventana?—Habló entre dientes a punto de tirar al menor.

Nuevo León lo agarró rápido, los norteños iban a hacerse cargo de Mextina por una hora, luego los del centro y al final los del sus. Los Estados de Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Durango, Nuevo León, Sinaloa, Sonora y Tamaulipas; iban a cuidar de Mextina por unas dos horas.

Le dieron Cheetos a Mextina a ver si los comía.

—¿Cómo le vas a dar eso a un bebé, pendejo?—Coahuila regañó, quitándole estos al pequeño quien ya iba a comer con todo gusto.

Mextina lo miró con un puchero y el ceño fruncido. Se acercó a Coahuila, tratando de pegarle para que se lo de. Era agresivo, parecía EDOMEX de pequeño.

—Tiene mucha ira dentro de su pequeño cuerpo.—Sinaloa dijo, agarrando a Mextina quien se movía a todos lados para que lo deje en paz.—Miralo.

Mextina paso de brazos en brazos, viendo dónde se acomodaba más hasta llegar a Tamaulipas, lo miró al rostro, teniendo miedo de este. Tenía una cicatriz bastante grande y larga en su ojo derecho.

Tamaulipas era ciego de ese ojo por culpa de una pelea contra uno de sus hermanos; Guanajuato.

—¿Qué pasó?—Preguntó, apuntando con su dedito, curioso, acurrucado ahí en los brazos de Tamaulipas.

—Eh...

—Le metieron un putazo a tu hermano.—Sinaloa respondió.

—¡Putazo!—Mextina repitió de repente, riendo por la palabra nueva aprendida.

Bueno, ahora debían de explicarle cómo Mextina sabía lo que era un putazo.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora