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México estaba por irse a su territorio ese día, ya que habían asuntos que tenía que hablar con Estados Unidos, una visita de la vicepresidenta al parecer, entonces tenía que ir para que se vea también que la relación entre ambos estaba bien y según ellos, sana y no había problema entre ninguno de los dos.
Ninguno, ni nadie más que ellos y algunos de sus cercanos sabía de la relación amorosa fallida que habían tenido hacia bastantes años. No iban a hablar de eso por supuesto.
—Cuida bien del chamaco.—México dijo a punto de salir de casa. Argentina tenía al pequeño en brazos, eran las seis de la mañana, tenía que estar ahí a las nueve. Mextina se había despertado para despedir s su papá.
Aunque se estaba quedando dormido.
—Portate bien, mi amor, no hagas cosas malas, no estrés a tu papá solecito, ¿Si?—Mextina asintió dormido, recibiendo un beso en la mejilla por parte de su padre mexicano.—Cuidate también, solecito.
Le dió un beso en los labios a su esposo, sonriendo, lo abrazó junto con Mextina. Iban a ser dos días pero para ellos dos días podían sentirse como siglos, aunque con Mextina todo iba a estar bien.
Argentina no tenía miedo de que México este con USA, sabía que el estadounidense no sería un idiota con su esposo, y mucho menos México con USA.
Confiaba en él.
—Debes irte, México. Ya es tarde, ve.—Argentina dijo, sonriendo, le dió otro beso. México se fue después de unos besos a ambos, así dejando la casa sola con Argentina y Mextina.
