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Mextina cumplía siete años

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Mextina cumplía siete años.
Era increíble lo rápido que pasaban los años y ya el pequeño había comenzado a estudiar desde casa con ayuda de sus dos padres quienes le enseñan todo lo básico. Era importante para su desarrollo como próximo territorio de ambos países que sepa todo tipo de cosas, obvio acordé a su edad. México y Argentina le dedicaban seis horas diarias como si fuera la escuela normal, las primeras tres eran para México y las otra para Argentina.

Tenían un día especializado para la enseñanza de la historia de ambos de igual forma. Era de suma importancia que Mextina tenga conocimiento en la historia de sus dos padres para lograr darles una buena representación en el futuro cuando venga a celebraciones importantes.

— México, deberías de dejar de darle una galleta a Mextina cada que la respuesta es correcta. — Argentina habló, cruzando sus brazos y viendo cómo México le daba una galleta a Mextina por haber respondido correctamente.

— ¿Qué tiene de malo? He visto que así estudia mejor.

— Tal vez, pero no es bueno que lo acostumbres a qué cada que haga algo bien tenga una galleta. — explicó, sentandose en el sillón. Mextina no entendía porque le molestaba tanto a su papá solecito.

Estudiaba mucho los pequeños temas que le daban sus papás y una galleta cada que respondía bien le hacía sentir bien. México era un buen profesor, siempre siendo paciente, cariñoso y amable con sus explicaciones.

— Bien, será la última vez. — respondió, mirando a Mextina ahora con una sonrisa. — Y así es como papá casi se pelea con Estados Unidos, mi amor.

— ¿Le agrada Estados Unidos? — Mextina preguntó con curiosidad.

— Bueno.... Eeh. — se quedó pensando. — los acontecimientos son parte del pasado, corazón. Si, en el momento me dolió mucho, pero ahora solo pienso que debió de ser lo mejor... Tal vez. He perdonado a Estados Unidos y trató de llevarme mejor con él.

— ¿Se lleva bien con el señor España? — volvió a preguntar.

Asintió. — Claro que sí. Podría llevar a que lo conozcas algún día, hace mucho tiempo que no habló con él y creo que sería bueno que te vea. — explicó, acercándose para agacharse y jalarle la mejilla. Mextina rió con eso. — ¿Otra pregunta?

— Mmh. — asintió varias veces. — ¿Fuiste igual de bueno con mis hermanos?

México se quedó callado con esa pregunta, mirando a Mextina a los ojos y después a Argentina, con algo de miedo a pensar en eso. No podía mentirle a Mextina de eso, más que nada porque algún día iba a saber la verdad.

Las heridas que los estados tenían no eran por accidentes.

— No. — México por fin respondió, mirando serio a Mextina. — No, mi amor. No fuí bueno con tus hermanos... Con mis estados. Fuí un padre terrible que hizo cosas imperdonables, algo que un padre jamás debería de hacerle a sus hijos.

México suspiró antes de continuar. — Mextina. Jamás deberías de vivir con miedo en tu propia casa donde se supone que es tu lugar seguro. Tus hermanos nunca debieron de sentirle miedo a su propio padre, quien en vez de sembrarles miedo... Debió de protegerlos, amarlos y apoyarlos.

— ¿Por qué fuiste malo? — preguntó con inocencia.

— Estrés, pánico... Intenté protegerlos y no pude. Hice todo lo contrario a protegerlos. — respondió. — Que yo haya estado en un momento estresante y peligroso no era una excusa para hacerles lo que les hice.

México quería ser sincero con su pasado. De todas formas los estados le dirían a Mextina el pasado de su padre, no había forma de tapar los horrorosos actos de México contra ellos. Contra sus pequeños estados indefensos que no entendían lo que pasaba o porque su padre gritaba.

— Papá. — Mextina habló. — ¿Te disculpaste? Así como yo cuando haga algo mal, siempre me dices que me disculpe si le haga daño a alguien. — habló con una sonrisa.

México rió suavemente.
— Sí, me disculpé con ellos... Aunque muy tarde, aún así lo hice y no solo eso, me esforcé en cambiar y ser un mejor padre para ellos.

Mextina todavía era muy pequeño para saber más a fondo sobre el tema. Había que esperar un poco hasta que sea más grande para hablarle sobre lo que pasó entre sus estados y él. Se había acordado y se hablaría apenas Mextina cumpla los doce años.

A pesar de eso, México tenía miedo. Tenía miedo de que Mextina lo vea mal, se asuste o peor; que lo odie por las cosas que hizo en el pasado. No quería que su hijo le tenga miedo, ni él ni ninguno de ellos.

 No quería que su hijo le tenga miedo, ni él ni ninguno de ellos

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Ya falta poco para que Solecito se terminé. (⁠。⁠•́⁠︿⁠•̀⁠。⁠) pronto llegaremos a la parte 200/200

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora