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—México, ¿Podrías ayudar a Uruguay a bajar? Sabes que no puede ahora, por favor, la comida ya está lista

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—México, ¿Podrías ayudar a Uruguay a bajar? Sabes que no puede ahora, por favor, la comida ya está lista.—México asintió al escuchar eso, yendo a la habitación, Uruguay estaba ahí sentado en la cama viendo por Mextina.

Mextina tenía ya un año de edad, habían hecho su pequeño cumpleaños y la gente estaba emocionada de poder volver a ver al pequeño, caminaba, corría, todo.

—Uruguay, déjame ayudarte a bajar, la comida ya está lista.—Mextina fue ayudado a bajar primero de la cama, dejándolo de pie sobre el suelo en lo que México ayudaba a Uruguay, quien se levantó con su ayuda por supuesto.

Uruguay tenía cinco meses de embarazo. Todavía no se había anunciado aquello, tenía mucho miedo, y más porque le van a preguntar de quién era, no podía decir que era de Brasil, ¿Cómo se lo iban a tomar?

¿Decir que era de México era una opción? Claro que no.

—Oh, lo siento.—Se disculpó al tropezar y caer su mejilla en el pecho de México. Se sentía calientito, tan cómodo. Sonrió leve, mirando al mexicano ahora, quien solo le sonrió de vuelta.

México le acarició el cabello.
—¿Estás bien? No te vayas a caer, tal vez pueda cargarte hasta abajo.—Le dijo. Tenía bastante fuerza, podía cargarlo, así como cargó a Argentina cuando esté tenía casi ocho meses de embarazo.

—P-pero... No, te vas a lastimar, estoy pesado...—Se quejó.

—No hay pedo, si puedo.

México cargó al menor con bastante facilidad después de eso. Mextina miraba como lo hacía, él se quedó sentadito en la escalera, no podía bajar.

—Mextina, no bajes solito, sabes que no puedes, espera ahí, iré por ti después.—México dejó con cuidado a Uruguay en el sillón.—Aquí debes de estar bien.

Cuando México volvió, Mextina estaba a punto de caer por la escalera.

—¡Mextina!—Corrió escaleras arriba, atrapando a su pequeño quien rió fuerte con eso, había sido divertido.

Para Mextina era divertido, pero México vio la muerte pasar frente a él.
Argentina por su parte estaba con Uruguay, le hablaba sobre algunas cosas, mientras que México servía la comida con Mextina en sus brazos.

—Argentina, controla a tu hijo, me está quitando el cabello.—México dijo, dejando ver cómo Mextina se sostenía de su cabello y jalaba de este a veces para ir más arriba y ver toda la casa desde la perspectiva de su papá mexicano.

Y es que si, Mextina adoraba cuando México lo cargaba, siempre era una travesía, porque le quedaba muy lejos el suelo, y veía cosas que otros no. Con decir que México casi alcanzaba el techo de la casa y solo tenía que alzar la mano un poco para tocar el techo decía todo.

No solo eso, pero todo le quedaba muy bajo, todo era muy pequeño para él.

Antes todo era muy grande, y no extrañaba eso.

A Mextina le gustaba sentirse un gigante cuando paseaban fuera.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora