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Argentina miraba desde lejos como México jugaba con sus hijos, se veía tan lindo, feliz, sus provincias amaban a México, lo consideraban su padre también, por lo que se refieren a él como eso, como a su papá. México jugaba con ellos, los alzaba en el aire, haciendo que rían, al ser pequeños, podía hacerlo con mucha facilidad.
—México se ve muy feliz.—Chile comentó.
—Lo es.—Sonrió.—México pasó por muchas cosas en el pasado... Sufrió mucho, y aún así nunca dejó que nadie lo viera triste o deprimido.
El tricolor hacia varios años atrás había pasado por momentos horribles, difíciles, que lo dejaban sin dormir por días, se podía ver en su rostro que nada estaba bien, pero intentaba y lograba en la mayoría de las cosas hacer saber que estaba bien, dando a relucir una actitud positiva.
Aún que se estaba rompiendo en mil pedazos, siguió ayudando a los demás.
Hasta que no pudo más y cayó por el estrés, los nervios, el pánico, el miedo de que algo le pase, no pensaba en él, pensaba mayormente en sus hijos, no iba a dejarlos solos. Por ellos seguía en pie, eran su razón de seguir ahí.
Apreciaba mucho a sus hijos, y a los de Argentina también, los cuidaba, protegía con toda su vida, para que nada malo les sucediera.
No muchos veían y apreciaban lo que México había hecho por muchos otros. Argentina lo ayudó de igual forma un poco después.
México estaba feliz con él, nadie podía cambiar el gran amor que le sentía a Argentina.
