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México llegó a casa después de varias horas fuera, estaba cansando y quería ir a la habitación a dormir, esperaba que su solecito este ahí acostado, pero cuando entró, no lo vio ahí. Al parecer no estaba en casa, eso le preocupó mucho, pero su teléfono no tenía batería, lo puso a cargar de inmediato para poder llamarlo.
Estaba muy preocupado, ¿Dónde estaba Argentina?
—Vamos...—México cuando tuvo la suficiente batería, lo llamó de inmediato. No respondía ni nada, solo se quedaba ahí.—Solecito...
No contestaba.
Iba a llamarlo otra vez hasta que le llegó una llamada de Chile. Contestó, a punto de preguntarle si había visto a Argentina.
—Argentina está en el hospital, debes de venir, ahora. Está muy mal.
México no dijo nada, colgó y salió corriendo para el hospital, sin saber que le había pasado a su amado. Llegó muy rápido, aunque él lo sintió como una eternidad. Cuando llegó, fui directo dónde estaba Argentina, el menor acostado en esa camilla.
—¿Qué pasó? ¿Qué tiene Argentina?—Preguntó, acercandose, agarrando la mano del menor.—¿Él te llamó?
—Sí, me dijo que se sentía mal de la cabeza y que no podía con el dolor, creo que no quiso llamarte para no preocuparte. Se desmayó apenas se sentó en la cama.
—¿Estará bien, verdad?
—Los doctores dicen que si. Debe de despertar en unas horas. Había algo que lo estaba estresando mucho. ¿Te ha dicho algo que lo este preocupando?
—No... Bueno, ya es el séptimo mes, le dijeron que debía de cuidarse más porque el bebé puede... El bebé puede morir si no se cuida, Chile, no solo el bebé pero también él. Tal vez está pensando en eso.
Le acarició el cabello a Argentina, besandolo en la frente. Le sostenía la mano todo el tiempo, no queriendo separarse de él. El bebé al parecer no se movía mucho, solo un poco.
México se quedó en el hospital hasta que el menor despertara, no le quitaba los ojos de encima, a veces veían para revisarlo. El bebé estaba bien por lo menos, pero Argentina no lo estaba mucho.
—Argentina...—Susurró, besandole la mano, con esperanza de que iba a despertar muy pronto. Habían pasado varias horas desde que llegó y no había ningún signo de que esté a punto de despertar, respiraba claramente.
México esperaba que no le pase nada malo a su solecito.
