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México llegó a su nueva residencia, todo estaba tan callado, silencioso, pues claro, no había nadie más que él en esa casa. Suspiró, pasando sus mano sobre su cuello, cansado, quería saber cómo estaba su solecito. Tenía rabia, furia, molestia dentro de él, pero eso no se iba a quedar así, claro que no, iba a hacer de todo para que lo dejen ir de vuelta con Argentina, antes de que ocurra algo malo.
Siempre lo mismo "lo siento" "no está en nuestras manos, es el gobierno" "es la gente" "son los habitantes" ¿Como todos los habitantes estaban en contra de su relación? No podía ser así. A algunos no les importó la relación, otros la amaron, los aceptaron completamente, pero... Otros, simplemente no.
Tuvo una junta después de unas horas para aclarar las horas y el tiempo que se iba a hacer la conferencia para aclarar la relación.
—Mañana temprano, cada uno en sus territorios dirá que la relación se ha acabado. Lo quieras o no, México, es por un bien para el territorio.
—Claro... Porque para ustedes soy solo un país y solo eso, que no siento nada, que no tengo sentimientos, que no se todo lo que están haciendo a espaldas de los habitantes.—Habló.
—No estamos hablando de eso, y no tiene nada que ver con el tema.
—¡No, si tiene! ¡¿Por qué no puedo ser feliz?! ¡¿Por qué no puedo salirme del papel de solo ser una representación para el territorio?! Haré todo para que todo vuelva a la normalidad.
México se levantó, yéndose de ahí de inmediato. Regresó a casa, más que enfadado, furioso, deprimido también. Quería a su solecito, quería abrazarlo y llenar esa linda carita a besitos tan suaves y tiernos.
Argentina también regresó a casa, después de pelear por una hora o más por lo que quería para él y su relación, y más por el bebé que esperaba. Su garganta dolía por los gritos que había dado para oponerse a eso.
Se sentó en la cama, acariciando su pancita con tranquilidad, suspirando, se acostó en aquella cama, acomodándose y siguiendo con movimientos circulares. No quería estresarse, para nada, sería malo para el bebé, estaba a unos días de tener dos meses de embarazo.
No tenían ni teléfono para llamar a sus hijos, a sus amigos o llamarse entre ellos, el mismo fue confiscado.
Llegó el día. México y Argentina cada uno en su territorio, listos para hablar sobre lo que andaba pasando en ese momento.
—Antes de iniciar, quiero disculparme con los habitantes mexicanos, en todo el territorio por el escándalo o disgusto que he provocado al anunciar mi relación con el país sudamericano; Argentina.
México habló, suspirando después, tragándose las lágrimas que se iban acumulando.
—Lo siento, pido disculpas públicamente por no ser profesionales en lo que hacemos y manchar la imagen del territorio mexicano. Cómo país, se que lo que hice fue malo, y pudo afectar a algunos. Agradezco a los que nos apoyaron desde el principio.
México aclaró su garganta antes de dar la noticia.
—Ayer terminé mi relación de dieciseis años con Argentina. Con todo el dolor, he dejado a mi esposo con el que he pasado demasiados años juntos, hasta antes de ser pareja, de dejarlo con un bebé que va a nacer en unos meses.
El tricolor anuncio el embarazo. La conferencia se estaba dando en todo el país y prácticamente el mundo, ya que daba a conocer que los países en efecto, sentían como un humano normal y eran capaces de enamorarse de otro país.
—Gracias.
México se despidió. No tardó en volverse un escándalo, en las redes sociales muchas personas indignadas por lo que les hicieron hacer a la pobre pareja, que solo quería ser feliz y que además iban a tener un bebé.
Habían hecho que los estados de México vayan a sus propios territorios a dar también la cara por lo que se diría su "progenitor" también. Igualmente las provincias de Argentina debían de hablar sobre ello.
"Será lo mejor para ustedes" decían. ¿Mejor para quien? Para las personas que no querían verlos felices, por supuesto.
