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México dormía sobre el pecho de Argentina, acostado entre sus piernas, le gustaba a veces dormir de esa forma con el menor, el del sol le acariciaba el cabello de vez en cuando de forma lenta y suave, sintiendo como el más alto se acurrucaba en él...

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México dormía sobre el pecho de Argentina, acostado entre sus piernas, le gustaba a veces dormir de esa forma con el menor, el del sol le acariciaba el cabello de vez en cuando de forma lenta y suave, sintiendo como el más alto se acurrucaba en él cada cierto tiempo.

Disfrutaba de dormir sobre Argentina, a veces él también quiere que le den cariño y caricias en el cabello.

Fue interrumpido cuando el teléfono de México se escuchó. El mexicano despertó, molesto de que lo hayan interrumpido en su sesión de caricias y mimos con Argentina.

Se levantó, agarrando su teléfono.

—¿Qué quieres, wey?—Preguntó algo molesto todavía. Era uno de sus hijos, Yucatán en especial, el menor quería algo de ayuda de su padre con algunas cosas.

Yucatán no hablaba español, por lo que era necesario que México le hable en Maya.

—Kaajila', taan te'elo' ti' jump'éel p'isib, teech yaan in wáantik yéetel a meyaj, p'áatal tu yotoch. Ch'en a wook'ol xan puksi'ik'al.
« Tranquilo, estaré ahí en una hora, te ayudaré con tu trabajo, quédate en casa. Deja de llorar también, corazón. »

México había aprendido a hablar Maya por Yucatán, para ayudarlo, también obligó de cierta forma a qué sus demás hijos aprendan para que puedan ayudarlo también en caso de que él no esté disponible, el que más lo ayudaba era Campeche.

Se despidió de su hijo, colgando y dejando su teléfono a un lado.

—Tengo que irme a ayudar a mi pequeño, tuvo unos problemas en su trabajito y tiene miedo.—México sonrió leve. Le gustaba ayudar a sus hijos, aunque en cierta parte... Yucatán todavía no podía referirse a México como "papá"

—¿Quien era?

—Yucatán. Puedes venir conmigo si quieres, pero no creo que te entienda mucho, él no entiende español, solo habla Maya.

Argentina no llegaba a conocer a todos los hijos de México, eran treinta y dos, digamos que tienen casi la misma estatura de México, una personalidad ruda, desastrosa pero al mismo tiempo son extremadamente cariñosos.

El sueño de Argentina es que uno de los hijos de México le llamé "papá" así como sus pequeños llaman "papá" o "papi" a México, se debería de escuchar hermoso y era como un sueño lindo que tenía.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora