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México cocinaba como todas las tardes el almuerzo, a su lado estaba Argentina ayudándolo cortando algunos ingredientes, en la sala de estar andaba Mextina jugando con sus dos hermanitos, cuidando de ellos en lo que sus papás andaban ocupados

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México cocinaba como todas las tardes el almuerzo, a su lado estaba Argentina ayudándolo cortando algunos ingredientes, en la sala de estar andaba Mextina jugando con sus dos hermanitos, cuidando de ellos en lo que sus papás andaban ocupados. Mextina les enseñaba algunas cosas de su librito infantil, hablándoles aunque sabía que ellos no lo entendían.

México a veces miraba a su hijo, sonriendo por lo lindo que era al estar cuidando de sus hermanitos. Le agradaba ver qué le gustaba cuidar de ellos. Siguiendo con la preparación de la comida, estuvo listo en unos minutos más, sirviendo así la comida para los tres, a los bebés les tocaba biberón.

Era un gran trabajo alimentar a sus dos bebés y también darle atención a Mextina, pero lo lograban para que su hijo mayor no se sienta alejado por los bebés. Ambos padres estaban cansados, se les notaba en las ojeras que traían, sin embargo no podían parar de ir hacía todos lados, trabajando.

Mextina a veces los miraba y se sentía mal de verlos hasta desesperados, algunas veces los había escuchado discutir muy leve, después escuchando cómo se disculpaban con el otro a los pocos minutos.

México y Argentina no querían discutir, pasaba algunas veces y era algo que no les agradaba para nada. Terminaban disculpándose al poco tiempo, abrazándose mientras se decían lo siento. El estrés no era bueno para ninguno de ellos.

Alimentando a los dos pequeños bebés, quienes bebían de su biberón, viendo a cualquier lado. México escuchaba lo que Mextina andaba contando con tanta alegría, sonriendole y dándole a ver qué estaba interesado en saber más.

Ese día después de dormir a los tres, la pareja se fue a la cama, agotados por completo, suspirando cansados, casi tirándose a la misma del dolor en sus cuerpos. Necesitaban un descanso de unos días; era casi imposible tener un descanso al ser países que tienen que ir a todos lados resolviendo sus problemas ajenos.

A la mañana siguiente, Mextina bajó las escaleras al escuchar golpes en la puerta principal de la casa. Al no saber quién era, hizo de todo para ver por la ventana de quien se trataba. Era Chile que venía con Perú para pasar tiempo con la pareja como lo hacían hace un tiempo.

Se bajó rápido de dónde se había subido para ver, yendo a abrir la puerta. Los países que estaban ahí bajaron la mirada, viendo a Mextina con su pijama y su cabello revuelto.

—Mis papás están durmiendo.—Avisó, mirándolos y después queriendo cerrar la puerta. Antes de que lo lograra, México bajó las escaleras, agarrando a Mextina en sus brazos.

—¿Qué hacen ustedes aquí? No dijeron que iban a venir.—Habló todavía algo cansado. Mextina se aferró al cabello de su padre para ir más arriba.

—Venimos para ver cómo estaban. Queríamos saber si necesitaban ayuda.—Chile habló con una pequeña sonrisa.—Sabemos que cuidar de tres niños no debe de ser fácil, así que aquí estamos para ustedes.

—Ah... Si, creo. No era necesario que vengan, estamos bien.—Respondió nervioso, dejando que Mextina se baje y vaya a otro lado. Argentina bajó las escaleras al escuchar ruido, bostezando y frotando sus ojito.

—¿Chile?—Preguntó, yendo hacía ahí, agarrándose del brazo de su esposo, todavía bastante cansado.—¿Qué..?

Después de una pequeña plática, Chile y Perú se hicieron cargo de los tres niños, así ayudando a la pareja. Más que eso los dejaron dormir casi todo el día. Necesitaban un largo descanso.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora