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— ¿Qué estás haciendo, mi amor? — México preguntó con risas entre medio, sintiendo los suaves besos en su rostro por parte de Argentina

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— ¿Qué estás haciendo, mi amor? — México preguntó con risas entre medio, sintiendo los suaves besos en su rostro por parte de Argentina. El del sol quería pasar un tiempo más cerca de él, por lo que aprovechó que sus hijos estaban durmiendo. México iba a dormirse también si no fuera porque los besos lo despertaron. — estás muy cariñoso, corazón, ¿Hay algo que quieras decirme? — cuestionó, agarrando a Argentina para separarlo de él.

— Solo quiero estar contigo, ¿No puedo? — preguntó a la defensiva, frunciendo el ceño y tratando de volver a acercarse a México. El mexicano lo dejó hacerlo e incluso se subió arriba de él. Argentina amaba besar a México, era una forma de agradecerle por lo que hacía. México lo encontraba extraño porque eran raras las veces en las que Argentina tomaba la iniciativa con besos.

Siempre era México quien se acercaba para llenarlo a besos y abrazos. Era un hombre muy cariñoso desde el principio por lo que Argentina estaba acostumbrado. Todas las noches al acostarse en la cama México se tomaba el tiempo para darle besos, abrazarlo, acariciarlo y repetirle lo mucho que lo amaba. México encontraba eso importante, recordarle a Argentina que lo amaba con toda su vida, aunque el del sol le digs que no es necesario.

Argentina lo sabía a la perfección; sabía que México lo amaba con todo su corazón.

— Eres tan lindo, solecito. — lo abrazó, dandole besos de vuelta hasta acostarlo en la cama, colocandose entre sus piernas para tener más acceso. Argentina rió, manteniendo sus manos sobre el pecho de México, dejando que pase sus besos por dónde quisiera. México presionando su cuerpo contra el de Argentina en ocasiones, las grandes manos ahora a cada lado del cuerpo de su pareja.

Todo eran tan lindo hasta que Argentina se sorprendió, alejándose un poco de México, levantando sus caderas al sentir algo contra su cuerpo. Mirando hacia arriba a México quien solo se escondió en el cuello del solecito con vergüenza.

— Lo siento... No quería que pase eso. — susurró, abrazando a Argentina. El del sol dejó salir unas cuantas risas por lo sucedido. — ¿Por qué te ríes? No es gracioso. — se quejó.

— México, ¿Por qué actúas como si no tuviéramos ya tres hijos? Mi embarazo no sucedió de la nada. — expresó, agarrando las mejillas de su esposo, acariciandole para verlo a los ojos. — está bien, es normal.

— Se que es normal. — respondió. — pero no me gusta hacerlo cuando están los niños en la casa. Me gustaría llevarlos a que Chile los cuide unas horas, así tenemos tiempo para nosotros. — ofreció con una sonrisa, dando un beso en sus labios. Argentina le gustaba como sonaba eso, la verdad es que si querían tener un tiempo a solas, se lo merecían después de todo.

México seguía dándole pequeños besos en sus mejillas, presionando su entrepierna con la de Argentina, agarrando las caderas de su solecito para levantarlas un poco más, haciendo que choque directamente entre los glúteos de Argentina. México quería hacerlo con él, aunque sea arriesgado, pero sería algo silencioso.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora