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México se movió en la cama, acomodándose para dormir más, hasta que sintió algo extraño, no había nadie a su lado, despertó de golpe, levantándose de la misma forma al sentir que Argentina no estaba

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México se movió en la cama, acomodándose para dormir más, hasta que sintió algo extraño, no había nadie a su lado, despertó de golpe, levantándose de la misma forma al sentir que Argentina no estaba.

Se levantó de inmediato, yendo a buscarlo, muy preocupado de que le haya pasado algo malo. Bajó las escaleras, yendo al jardín trasero dónde escuchó ruido.

Ahí estaba Argentina jugando con el gatito y dándole de comer al mismo, él también estaba comiendo del jarrón de galletitas que apenas había llenado hace unas horas, pero ya se las había comido casi todas.

Estaba ahí sentadito usando su camisa que le quedaba grande, su cabellito revuelto y sonriendo mientras acariciaba al gatito que le daba de comer.

—Solecito, ¿Qué haces aquí afuera? Hace frío, vamos dentro, mi amor, te vas a enfermar, mi vida, vamos a la camita, corazoncito.

—Uhm, tenía hambre.

—¿Hambre? Debiste de despertarme para que te haga algo de comer, pequeño, no debes de comer galletitas a esta hora, es muy temprano, son las seis de la mañana, vamos a la camita.

Argentina se levantó, agarrando su jarrón, yendo dentro con el gatito, cerrando la puerta que llevaba al jardín trasero. Después de eso, México lo llevó a la cama, acostandolo en la misma, su piel estaba fría, lo tapó muy bien con las dos sabanas, acurrucándolo y abrazándolo, besando su frente.















—México, no puedo dormir.

—... Te voy a coger para que te de sueño, wey.

—... Hazlo.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora