¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
México ayudaba a Mextina a caminar, a veces el bebé se tropezaba, pero volvía a levantarse solito para seguir caminando. Quería hacerlo solo, cada que México o Argentina se acercaba para ayudarlo, el menor se queja llorando porque no quiere que lo ayuden en eso.
Se notaba desde lejos que era hijo de Argentina, solo con quejarse cuando alguien trata de ayudarlo, que quiera hacer todo solo sin ayuda aunque pueda lastimarse en el camino.
—¡No, no!—Mextina empujó las manos de Argentina, queriendo caminar solo, caminando todavía solito por el pasillo con todas las fuerzas de bebé en sus piernitas.
Su carita rojita, queriendo ir más rápido. No fue hasta que cayó al suelo de rodillas por intentarlo. Aún así, no lloró, trató de levantarse sin ayuda, empujando a Argentina cuando lo intentó ayudar a levantarse.
—México, el niño no me deja ayudarlo.—Argentina habló, triste de que sea rechazado por su bebé. Miró a México quien solo se acercó, ayudando a Mextina a levantarse.
—Mextina, no seas grosero con tu papá, deja que te ayude.
—¡No!
—Mextina, haz caso.
Mextina miró a Argentina, yendo con él para abrazarlo y pedirle perdón.
—Lo siento.—Mextina pronunció. México le había enseñado palabras de ese tipo cada vez que cometa ese tipo de errores de falta de educación. Argentina suspiró, abrazando también a su pequeño, bedandole su mejilla.
Después de eso, lo ayudaron a caminar por ahí. Mextina terminó sentadito en la sala de estar, tomando de su leche con chocolate, mientras miraba sus caricaturas en la televisión. México y Argentina estaban cansados, habían trabajado toda la mañana, no habían parado de ir a todos lados desde que despertaron.
