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Mextina se había levantado temprano por la mañana, sintiéndose mal, su cabecita daba muchas vueltas, por lo que se levantó con cuidado de la cama, yendo a la habitación de sus padres, dónde abrió la puerta, viendo a sus padres durmiendo en la cama...

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Mextina se había levantado temprano por la mañana, sintiéndose mal, su cabecita daba muchas vueltas, por lo que se levantó con cuidado de la cama, yendo a la habitación de sus padres, dónde abrió la puerta, viendo a sus padres durmiendo en la cama, se acercó del lado donde México dormía, saltando para subirse a la cama, al no poder lograrlo, comenzó a llorar.

México se despertó de inmediato al escuchar los sollozos.
—¿Qué pasó, mi amor? ¿Que tienes, mi vida?—Preguntó, agarrando con cuidado al menor en sus brazos para subirlo a la cama.—¿Por qué lloras?

—M-me siento mal...

—¿De que, corazón? ¿Tu pancita?

Negó, México le tocó la frente, estaba muy caliente, fue rápido en levantarse para poder tomarle su temperatura. Argentina se despertó poco después, viendo a su pequeño sentado en la cama, frotando sus ojitos, escuchando su llanto.

—¿Mextina?—Susurró, se levantó.—Mi vida, ¿Por qué lloras?—Lo agarró con cuidado, acercándolo a él. Mextina lo abrazó, llorando en él. De inmediato sintiendo la alta temperatura en su pequeño.

México volvió con un termómetro, acercándose rápido para tomarle la temperatura a Mextina. El pequeño se dejó, luego de unos minutos, estaba listo, tenía treinta y ocho de temperatura.

—Hay que llevarlo al hospital, ahora.—México dijo a Argentina, quien asintió, saliendo de la cama. México ayudó a Mextina cambiarse de ropa primero antes que él. El pequeño se quedó acostado en la cama esperando a sus padres hasta que estuvieron listos.

Argentina cargó a Mextina con cuidado, México le cargó su mochilita dónde le puso varias cosas, como una mantita y unos juguetes, también su peluche para que abrace. Llegando al consultorio, fueron recibidos, no fue mucho de espera cuando la OMS los pudo atender.

—Mextina amaneció enfermito, tiene mucha fiebre y mareos.—México explicó, dejando a Mextina sentado en aquella camilla, la organización se acercó para poder hacer unas revisiones en el pequeño. Al parecer solo era una fiebre común, al se todavía muy pequeño, su sistema no era tan fuerte.

—Es bueno que hayan venido a consultar. Mextina solo tiene una fiebre normal en niños, es común que se enferme en estos primeros años de su vida. Le daré unos medicamentos en jarabe, si la fiebre dura más de cuarenta y ocho horas tienen que regresar, igual si notan a Mextina muy incómodo o irritable.

Mextina por su parte, abrazaba a su padre México, sintiéndose mal, llorando también todavía. Le dieron algunos medicamentos en ese momento, calmarían un poco la fiebre. Al llegar a casa, le dieron un baño al pequeño, con agua templada en la bañera, Mextina era sostenido de su espaldita para que no caiga, mientras que Argentina le tiraba un poco de agüita sobre sus cabellitos, le lavaba la carita con suavidad con sus dedos.

—Ya está, mi amor, ya terminamos, ven.—México lo agarró con la toalla una vez lo sacó de la bañera. Argentina había ido a buscarle su ropita.—¿Cómo te sientes?

—Bien...

Argentina vistió a Mextina con cuidado, sin colocarle tanta ropa para que no le de calor y este cómodo. México lo miró, arropandolo en la cama con cuidado y cariño, se quedó con Mextina, cuidando de él, acariciándole el cabello, le dió un besito en la frente.

—¿Puedo dormir con ustedes?—Mextina preguntó, no queriendo dormir solo.—Quiero dormir con papá solecito.—Hizo un puchero, llorando otra vez por lo que sentía.

—Está bien, te dejaremos dormir con nosotros, pero te tendrás que tomar tu medicamento en un rato más.—México habló, agarrandolo con cuidado en sus brazos. Argentina le agarró sus peluches, yendo a la habitación.

Ahí arregló un espacio para él, dejándolo acostado en medio de la cama entre unas sábanas y peluches para que esté cómodo. Ambos padres acostados a su lado, cuidando de él en lo que dormía.

Mextina se sentía a salvo cuando sus papás estaban con él, todo era mejor así. Argentina dormía abrazado a su hijo, y México dormía abrazado a ambos, manteniendo a Mextina cerca de su pecho.

Fue después de unas horas cuando Mextina se despertó, no veía a sus padres con él, agarró su peluche, yendo abajo donde los vió cocinando. México le estaba haciendo a su pequeña una sopa de pollo y verduras.

—Ahí estás, mi amor, debes de tener mucha hambre, te hice sopita y gelatina de fresa para que comas más tarde después de tu comida.—México habló, dejando el platito con diseño infantil en la mesa, agarrando a Mextina en sus brazos para sentarlo en la silla. Le dió una cucharita.

—No quiero verdura...—Mextina se quejó, frotando sus ojitos.

México suspiró.
—Mextina, ni a tu papá solecito le gusta la sopa de verdura, pero por lo menos hace el intento. No es tan malo, ¿No quieres creer alto y fuerte como papá?

—Uhm.—El pequeño cruzó sus brazos.—Si quiero.—Habló en puchero, agarrando la cuchara para comenzar a comer junto con su juguito de manzana a un lado.

Mextina tenía un gran parecido a Argentina en algunas ocasiones, a veces mantiene un acento como el suyo, además de los grandes ojos ámbar que tiene, y claro estaba que la actitud a veces, berrinchudo, pero fuerte en carácter.

De México poseía que era muy dulce, cariñoso y amaba ayudar a otros, siempre ayudaba a sus papás a limpiar la casa, incluso lavaba sus platitos de ves en cuando junto con ambos padres.

Mextina iba a crecer muy bien educado, a los cuatro años iba a tener que empezar su educación.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐂𝐈𝐓𝐎, mexarg, terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora