[27] UN ACCIDENTE

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Escucharon un disparo en el bosque y, por un momento, todos se quedaron helados. Daryl les dijo que no era nada y les informó que necesitaban seguir moviéndose. Todos hicieron lo que se les dijo, pero Lara sorprendió a Lori mirando hacia atrás de vez en cuando, con una mirada de preocupación en su rostro.

—¿Todavía estás preocupada por eso? —preguntó Lara.

—Fue un disparo —respondió Lori.

—Todos lo escuchamos —dijo Daryl.

—¿Por qué uno? —preguntó Lori—. ¿Por qué sólo un disparo?

—Quizá derribaron un caminante —dijo Daryl.

—Por favor, no seas condescendiente conmigo —replicó Lori—. Sabes que Rick no arriesgaría a disparar para derribar a un caminante, o Shane. Lo harían en silencio.

—¿No deberían habernos alcanzado ya? —preguntó Carol.

—No hay nada que podamos hacer —respondió Daryl—. No podemos correr por el bosque persiguiendo ecos.

—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó Lori.

—Lo mismo que hemos estado haciendo —respondió Daryl—. Buscar a Sophia y abrirnos paso hacia la autopista.

—Estoy segura de que se reunirán con nosotros en la casa rodante —dijo Andrea.

—Vamos, Lori —dijo Lara suavemente—. Estoy segura de que están bien. ¿Quizás fue solo otra persona?

Andrea se giró hacia Carol y le dijo que lamentaba lo que Carol estaba pasando, y Carol sonrió levemente antes de que su rostro volviera a caer.

—La idea de ella sola —dijo Carol—, aquí afuera... el no saber es lo que me está matando. Solo sigo esperando y rezando que no termine como Amy —Carol pareció darse cuenta de lo que había dicho cuando la cara de Andrea parpadeó de dolor—. Dios. Eso es lo peor que he dicho.

Andrea negó con la cabeza—. Todos estamos esperando y rezando contigo... por si sirve de algo.

—Te diré lo que sirve —ofreció Daryl—. Ninguna maldita cosa. Es una pérdida de tiempo, todo esto de rezar y esperar. Vamos a encontrar a esa pequeña. Y va a estar bien. ¿Soy el único zen por aquí? Dios.

Lori y Lara no pudieron ocultar sus sonrisas ante las palabras de Daryl, antes de que el grupo se marchara y continuara su viaje. Eventualmente, se detuvieron, conscientes de la inminente oscuridad que parecía estar acercándose rápidamente.

—Perderemos la luz pronto —dijo Daryl—. Creo que deberíamos dejarlo.

—Volvamos —dijo Lori.

—¿Seguimos buscando mañana? —preguntó Carol.

—Sí, la encontraremos mañana —respondió Lori.

Daryl silbó e indicó al grupo que lo siguiera. No había duda de que Lara se sentía completamente segura estando en el bosque con Daryl, porque parecía saber exactamente a dónde iba y qué estaba haciendo. Dejó el lado de Lori y caminó con Glenn, entablando una conversación tranquila para pasar el tiempo mientras caminaban.

—¿Cuánto falta? —preguntó Lori.

—No mucho —respondió Daryl—. Unos 100 metros a vuelo de pájaro.

—Lástima que no somos pájaros —murmuró Andrea.

Solo caminaron durante unos segundos antes de que Andrea gritara y la sangre de Lara se helara. Agarró la mano de Glenn mientras corrían en dirección a los gritos de Andrea, gritando su nombre mientras lo hacían.

Al parecer, Andrea tenía un ángel guardián. Una chica montando a caballo la había salvado del caminante que intentaba alcanzarla, tirando del caballo a su lado y manteniéndolo firme.

—¿Lori? —preguntó la chica, mirando a Andrea—. ¿Lori Grimes? ¿Lara Grimes?

—Yo soy Lori —dijo Lori.

—Y yo soy Lara —agregó Lara.

—Rick me envió —dijo la chica—. Tienes que venir conmigo ahora.

—¿Qué? —preguntó Lara.

—Hubo un accidente —dijo la chica desesperada—. Le dispararon a Carl. Todavía está vivo, pero tienes que venir ahora mismo. Rick te necesita. ¡Tan sólo ven! Sólo puedo llevar a una de ustedes.

—Lori, vete —dijo Lara.

Lori se quitó la mochila y Daryl le tendió la mano—. ¡No conocemos a esta chica! ¡No puedes subirte a ese caballo!

—Rick dijo que tienen a otros en la carretera —habló la chica—, ¿en ese gran embotellamiento de tráfico?

—Sí —dijo Glenn.

—Regresen hasta el camino Fariburn. A 3 kms al sur está nuestra granja —dijo la chica—. Verán el buzón. El nombre es Greene.

Sin una palabra más, la chica se alejó con Lori agarrada de su cintura, y una vez que se fueron y el momento había pasado, Lara se tambaleó hacia atrás y se sentó con fuerza, dejando escapar un silencioso grito ahogado cuando golpeó el suelo.

—¡Lara! —exclamó Glenn, arrodillándose a su lado—. ¿Estás bien?

—Tenemos que irnos —susurró Lara—. Carl... no. Dios mío.

—¡Está hiperventilando! —dijo Carol—. Cálmala.

—Lara —dijo Glenn—. Lara, necesitas respirar.

Ella negó con la cabeza, las manos agarrando la camisa de Glenn. Ahora que la chica y Lori se habían ido, la realidad de sus palabras se había asimilado y Lara sintió como si un cuchillo le hubiera atravesado el corazón. Carl había recibido un disparo. Estaba bien por ahora, pero eso no significaba que lo estaría para cuando llegaran allí. Tenía que llegar a él y comprobar que estaba bien.

Era su sobrino, por el amor de Dios, y si nunca tenía la oportunidad de tener hijos, estaba agradecida de haber podido desempeñar un papel en la crianza de Carl. Era como un hijo para ella y estaba aterrorizada de perderlo. Sentía que no podía respirar, pero se obligó a contener la respiración antes de inhalar suficiente aire para sentir que se relajaba un poco.

—Vamos —dijo Glenn—. Eso es todo, estás bien.

Lara asintió—. Estoy bien. Tenemos que llegar a Carl.

El caminante que la chica había golpeado con su bate de béisbol se sentó, gruñendo. Daryl, aún molesto, levantó su ballesta, le disparó al caminante y le dijo—: Cállate.

DANGER ZONE | Daryl Dixon ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora