[28] DIVIDIDOS

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—¿Le dispararon? —preguntó Dale, cuando el grupo regresó y explicó lo que pasó—. ¿Cómo que le dispararon?

—No lo sé, Dale —respondió Glenn—. Todo lo que sé, es que esta chica salió de la nada como el Zorro en un caballo y se llevó a Lori.

—¿La dejaste? —preguntó Dale, dándole a Daryl una mirada acusadora.

—Rick la envió —espetó Daryl—. Sabía los nombres de Lori, Lara y el de Carl.

—Escuché gritos —dijo Dale, mientras Andrea pasaba a su lado—. ¿Fuiste tú?

—La atacó un caminante —explicó Glenn—. Estuvo muy cerca.

—¿Andrea? —dijo Dale—. ¿Estás bien?

Andrea solo negó con la cabeza en respuesta, entró en la casa rodante y cerró la puerta detrás de ella. Lara se acercó a uno de los autos abandonados, se subió al capó y se llevó las rodillas al pecho.

A Carl le habían disparado y estaban sentados sin hacer nada. Cuando finalmente llegó el momento de hacer un plan, Carol aún no estaba lista para irse.

—No lo haré —dijo Carol—. No podemos irnos.

—Carol, el grupo está dividido —dijo Dale—. Estamos dispersos y débiles.

—¿Qué pasa si ella regresa y no estamos aquí? —preguntó Carol—. Podría pasar.

—Si Sophia encontrara el camino y no estuviéramos... sería terrible —dijo Andrea.

—Está bien —asintió Daryl—. Tenemos que planear esto. Creo que mañana en la mañana es muy pronto para que nos vayamos. Nos da la opción de hacer un letrero grande y dejarle algunas provisiones. Permaneceré aquí esta noche, me quedaré con la casa rodante.

—Si la casa rodante se queda, yo también —dijo Dale.

—Gracias —asintió Carol—. Gracias a los dos.

—Cuenten conmigo —añadió Andrea.

Glenn asintió—. Bueno, si todos se quedan, entonces...

—Tú no, Glenn —dijo Dale—. Tú te vas. Toma la camioneta de Carol.

—¿Yo? —preguntó Glenn—. ¿Por qué siempre yo?

—Tienes que encontrar esta granja, conectar con los nuestros y ver qué está pasando —respondió Dale—. Pero lo más importante, tienes que llevar a T-Dog allí. Y no tienes opción. Ese corte va de mal en peor. Tiene una infección a la sangre muy grave. Llévalo a esa granja. Fíjate si tienen algún antibiótico, porque si no, T-Dog morirá. No es broma.

—Chicos, yo voy —dijo Lara, hablando por primera vez desde que regresaron. Se deslizó hacia abajo del capó del auto—. Tengo que llegar a Carl. Desearía poder quedarme, pero...

—No, entiendo —asintió Carol, frotando el brazo de Lara reconfortantemente.

Daryl estaba rebuscando en la alforja de su motocicleta, antes de sacar una bolsa de plástico con cierre hermético y arrojarle un trapo a Dale—. Quita tus trapos aceitosos de mi motocicleta. ¿Por qué esperaste hasta ahora para decir algo? Tengo las cosas de mi hermano —Daryl fue a buscar en la bolsa de pastillas y medicamentos—. Cristal, éxtasis... no necesita eso —encontró otra botella—. Doxiciclina. No es de la genérica. Es de primera clase. A veces Merle se agarraba gonorrea.

—Bueno —dijo Lara en voz baja—. Eso no es lo que esperaba.

—Bueno, si van a ir, que sea ahora —insistió Dale.

—Yo conduzco —dijo Lara.

Daryl agarró su muñeca—. Oye, ¿tienes un minuto?

—Tengo que irme —dijo Lara.

—Tomará un segundo —respondió Daryl, alejando a Lara del grupo—. Quiero que tomes esto —sacó un arma—. Por si acaso.

—Esa gente no parece peligrosa —dijo Lara, apartando el arma—. Están salvando la vida de Carl.

—No me importa —respondió Daryl—. Considéralo como un seguro.

—¿Seguro? —preguntó Lara.

—Sí —asintió Daryl—. Voy a querer eso de vuelta, así que mantente viva por mí, ¿de acuerdo?

Lara realmente no sabía qué decir cuando Daryl le obligó a poner el arma en sus manos—. Bien.

—Ten cuidado, ¿sí? —preguntó Daryl—. No conocemos a estas personas.

Lara asintió—. Te veo mañana.

—Nos vemos mañana.

Lara metió el arma de Daryl en la cinturilla de sus jeans. Glenn se asomó por la ventanilla del coche—. ¡No tenemos todo el día!

—Cierto —dijo Lara, captando la mirada de Daryl—. Hazme un favor, ¿sí? No mueras.

—No lo haré —dijo Daryl—. No te estrelles.

—Soy una gran conductora —respondió Lara.

No lo era.

Lara tuvo el pie en el acelerador todo el camino hacia la granja Greene, y Glenn se sentó en el asiento delantero con una mano agarrando la manija sobre su cabeza y la otra agarrando el asiento, con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Aunque era rápida, Lara sabía cómo controlar un vehículo, razón por la cual, cuando derraparon en la propiedad de Greene, frenó de golpe y los detuvo, lo que hizo que tanto Glenn como T-Dog soltaran suspiros de alivio.

—Tengo a T-Dog —dijo Glenn—. Vete.

Lara salió del auto más rápido que un rayo, corriendo a la casa. Ignoró las salpicaduras de sangre en el escalón del porche, vio a la chica sentada en el porche y corrió hacia la casa cuando ella le hizo un leve asentimiento.

—¿Rick? —preguntó Lara mientras corría adentro—. ¿Rick? ¿Lori?

Rick la recibió en la puerta, atrapándola mientras corría a sus brazos—. Hola, Lara.

—¿Está bien? —preguntó Lara, con lágrimas en los ojos—. Por favor, dime que está bien.

—Está bien —respondió Rick—. Shane y Otis han ido a buscar suministros médicos.

—¿Qué sucedió? —preguntó Lara—. ¿Puedo verlo?

—Fue un accidente de caza —dijo Rick—. Otis le disparó a un ciervo. La bala atravesó y golpeó a Carl. Se hizo añicos.

—¿Está bien? —preguntó Lara.

—Estará bien cuando Shane regrese —respondió Rick—. Vamos. Te llevaré a él.

Cuando Lara vio a Carl acostado en la cama, sintió que se le rompía un poco el corazón. Estaba muy pálido, cubierto de una fina capa de sudor, y tenía los ojos cerrados. Lara se movió al lado de la cama de Carl, agachándose a su lado mientras Lori colocaba una mano en su hombro.

Lara le apartó el pelo de la cara—. Hola, hombrecito —susurró Lara—. Es la tía Lara. Vas a estar bien, ¿de acuerdo? Te vamos a ayudar.

Se puso de pie y se alejó, limpiándose la nariz con la manga. Glenn y T-Dog aparecieron, ofreciendo su apoyo en lo que Rick y Lori necesitaran antes de salir de la habitación con la chica de antes. Lara miró a Rick, con una mirada aplastada en su rostro.

—Odio verlo así.

Rick sostuvo a su hermana en sus brazos—. Va a estar bien, Lara.

—Lo sé —susurró Lara—. Pero no lo hace más fácil. Yo... no puedo estar aquí. Lo siento.

—No, está bien —respondió Rick—. Te llamaremos si algo cambia, ¿de acuerdo?

Lara asintió antes de salir de la habitación, necesitaba algo de espacio para procesar todo.

DANGER ZONE | Daryl Dixon ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora