[55] LOS CAMINANTES INVADEN

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Unos días después, Lara estaba sentada en el asiento del conductor de uno de los autos del grupo, ayudando a mover el autobús para que mirara hacia el otro lado y ya no bloqueara la puerta.

—Bien, metamos otro auto —dijo Rick—. Lo estacionaremos en la entrada oeste del patio.

—Bien —respondió Daryl—. Los vehículos ahí parecen un cartel gigante de "vacantes".

—Después de eso, necesitamos cargar esos cadáveres para poder quemarlos —respondió Rick mientras Lara salía del camión para unirse a sus amigos.

—Va a ser un largo día —suspiró T-Dog.

—¿Dónde están Glenn y Maggie? —preguntó Lara—. Podríamos necesitar algo de ayuda.

—Arriba en la torre de guardia —respondió Daryl.

—¿Torre de guardia? —preguntó Rick—. Estuvieron allí anoche.

—¡Glenn! —gritó Daryl—. ¡Maggie!

Glenn abrió la puerta después de un momento, abrochándose los pantalones. Claramente no esperaba que lo llamaran a gritos, porque no llevaba camiseta—. Hola, ¿qué pasa, chicos?

Lara se rió cuando Daryl puso sus manos en sus caderas—. ¿Vienen?

—¿Qué?

—¿Vienen? —repitió Daryl—. Vamos, nos vendría bien un poco de ayuda.

—Sí, bajaremos enseguida —respondió Glenn.

Lara volvió a reírse—. Así que eso es lo que hacen allá arriba —luego le dio un codazo a Daryl, diciendo en voz baja—: Deberíamos subir alguna vez.

Daryl se puso rojo y Lara se rió.

—Oye, Rick —dijo T-Dog, viendo a Oscar y Axel dirigiéndose a las puertas.

—Vengan conmigo —dijo Rick, acercándose a las puertas. Cuando los alcanzaron, les tendió la mano—. Hasta ahí es suficiente. Teníamos un trato.

—Por favor, señor, lo sabemos —dijo Axel—. Hicimos un trato. Pero tiene que entender que no podemos vivir en ese lugar ni un minuto más. ¿Me comprende? Todos los cuerpos... personas que conocíamos. Sangre, sesos por todas partes. Hay fantasmas.

—Bueno, entonces saca los cuerpos —respondió Daryl.

—Deberían estar quemándolos —dijo Lara.

—Lo intentamos —respondió Axel—. Lo hicimos.

—La reja está al otro lado de la prisión —explicó Oscar—. Cada vez que arrastramos un cuerpo, esas cosas se alinean. Así que tiramos el cuerpo y volvemos corriendo adentro.

—Mira, no tuvimos nada que ver con Thomas y Andrew —dijo Axel—. Nada. ¿Estás tratando de probar un punto? Lo probaste, hermano. Haremos lo que sea necesario para ser parte de su grupo. Solo por favor, por favor, no nos haga vivir en ese lugar.

—Nuestro trato no es negociable —respondió Rick—. O vives en tu bloque de celdas o te vas.

—Te dije que esto era una pérdida de tiempo —dijo Oscar—. No son diferentes a los idiotas que le dispararon a nuestros muchachos. ¿Sabes cuántos cadáveres de amigos tuvimos que arrastrar esta semana? Tirarlos afuera como —se desvaneció tristemente—... estos eran buenos hombres. Buenos hombres que nos protegían contra los tipos realmente malos, como Thomas y Andrew. Todos hemos cometido errores para entrar aquí, jefe. Y no voy a pretender ser un santo, pero créame, hemos pagado nuestra deuda. Lo suficiente como para que prefiramos salir a la carretera que volver a ese agujero de mierda.

DANGER ZONE | Daryl Dixon ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora