[143] OCEANSIDE

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Rick regresó a Hilltop y encontró a Daryl y Lara. Al principio estaba confundido, pero después de que le explicaron lo sucedido, reveló que tenían una pista sobre el paradero de algunas armas.

Sin esperar a que estallara una discusión, Lara le exigió acompañarlo y Rick accedió de mala gana. Ni él ni Daryl querían dejarla sola, especialmente después de que la visita de los Salvadores casi condujera a su captura.

Así que Lara se metió en la casa rodante con sus amigos y discutieron su plan de ataque. Usando los explosivos que el grupo de Rick recuperó en el camino a casa desde el Reino unos días antes, dispararían bombas justo afuera del campamento, obligando a su gente a huir al bosque, donde serían recibidos por las fuerzas de Alexandria y sus demandas serían respondidas.

Lara caminó con Carl y Enid, detrás de todos, y Carl no dejaba de mirarla con el rabillo del ojo. Lara fingió no darse cuenta las primeras veces, pero después de un rato se volvió hacia él y lo atrapó con las manos en la masa.

—¿Hay algo en mi cara? —preguntó Lara sarcásticamente—. Porque parece que la encuentras muy interesante.

Carl se sonrojó—. No, yo... sólo me preguntaba por qué estás aquí.

—¿Por qué no habría de estarlo? —preguntó Lara.

—¿Porque estás embarazada? —respondió Enid, expresándolo como una pregunta mientras se colocaba al lado de Lara.

—Sí, pero eso no me impide disparar un arma —dijo Lara—. O lucir amenazante con una. Además, odio estar atrapada en Hilltop.

—No es tan malo —protestó Enid.

—No dije que lo fuera —le aseguró Lara—. Solo quiero decir que no quiero estar al margen mientras todos los demás están arriesgando sus vidas.

—Me sorprende que Daryl y Rick te hayan dejado venir —rió Enid.

—A mi también —dijo Carl.

Lara sonrió—. Saben que nunca me conformaría con un no.

Su plan se puso en marcha en el momento en que estalló la primera bomba. Lara casi saltó cuando escuchó la explosión y vio las llamas y el humo elevarse hacia el cielo. Estuvo medio tentada de regresar a la casa rodante, pero tenía un trabajo que hacer. Agarrando su rifle, ella y un pequeño grupo de alexandrinos, incluidos Carl y Enid, se encontraron con los residentes de Oceanside que huían mientras intentaban correr hacia el bosque.

—¡Todas al suelo! —gritó Lara—. ¡Manos a la cabeza!

—Mantengan la calma —dijo Carl—. No queremos que nadie salga lastimado. Quédense en el suelo y escúchennos.

—Queremos que esto sea lo más simple y pacífico posible —dijo Gabriel—. Eso depende de todas ustedes.

Rick, Daryl y Jesus regresaron con dos mujeres más. Rick se echó el arma al hombro—. Hicimos mucho ruido. Queremos ser breves así pueden enviar gente a desviar lo que venga hacia aquí. Tara dijo que sus bosques están bastante despejados, pero no correremos riesgos. Ninguna tiene por qué salir herida. Esto es solo por lo que tienen, lo que necesitamos.

—¡Nadie se llevará nada! —espetó la voz de una mujer.

Lara se volvió y vio a una mujer empujando a Tara hacia adelante, con una pistola en la cabeza. Ella levantó su arma—. Déjala ir.

—Dejen ir a todas y váyanse ya mismo —exigió la mujer—. Lárguense o ella muere.

—Sí, las dejaremos en paz —dijo Rick—. Pero nos llevaremos sus armas. Eso no cambiará. Natania, ¿cierto? Baja el arma y hablemos de lo que podemos cambiar.

DANGER ZONE | Daryl Dixon ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora