ENZO EFSERYAN (FREDDIE MERCURY) ES UN PROMETEDOR ACTOR DE CINE QUE SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA CON SU NOVIA PAULINE AMOS (MARY AUSTIN). LO QUE PARECE EL FINAL DE TODO, SERA SOLO EL INICIO DE UNA NUEVA VIDA PARA ENZO.
HAY HOMBRES QUE MERECEN UNA...
Taron estaba muy confuso. Por un lado quería no volver a verlo pero por otro le añoraba como un loco y se había hecho adicto a él. A Enzo no podías tan solo desearlo sin acabar queriéndolo con toda el alma. Ese día de la amarga despedida Enzo llamó fríamente a su chófer para que le llevara de vuelta a Filadelfia y con aparente indiferencia le firmó un cheque con la cantidad equivalente a un viaje de vuelta en avión "de vuelta a mi".
- Cógelo.
- No puedo aceptar más regalos tuyos.
- He dicho que lo cojas.
Nunca había conocido una persona tan desprendida como él con el dinero. Así que Taron cogió el talón casi avergonzado y se fue con la cabeza gacha.
Esta vez regresó primero de lo esperado a Nueva York. Enzo le recibió en la puerta mirando con absoluto entusiasmo el trolley que tenía agarrado a su mano derecha, indicándole que su intención era quedarse.
La convivencia se demostró difícil porque eran muy distintos. El siguiente y último periplo de su relación solo sirvió para que Taron afianzara su amistad con Duncan, que siempre le servía de inmenso consuelo entre pelea y pelea con Enzo. Algo que no podía decir del resto de amigos neoyorkinos de Enzo a los que no soportaba. No era extraño que sus salidas de pareja acabaran yendo cada uno por un lado tirándose a otra gente si eso les apetecía esa noche. Todo lo cual sirvió para reiterar que Taron y Enzo no estaban hechos para ser pareja. Como funcionaban muy bien en la cama todas sus diferencias las solucionaban ahí. Fue cuestión de tiempo que Taron volviera a caer en la vida de excesos de Enzo y eso le hacía odiarse profundamente cada vez que se miraba al espejo para afeitarse. Acabó por no reconocerse.
- No soy tu muñeco –le espetó mientras arrojaba ropa a su maleta con furia.
Enzo ya se tomaba sus ataques histéricos de autoreafirmación a broma. Le observó alzando sus cejas mientras sorbía su primera taza de té.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- No seas ridículo, amor –se limitó a contestarle-. ¿Qué haces ahora?
- Me largo. Y esta vez va a ser la definitiva.
- ¿De verdad?
- No soporto nada de lo que te rodea. Tus amiguitos de Nueva York son un atajo de snobs que me tratan como si fuera un paleto del profundo cinturón bíblico.
- Oh, Dios. Eres el menor de sus problemas, créeme.
- Yo tengo más cultura en uno solo de mis dedos que ellos en sus esculturales cuerpos.
- Tu problema es que no tienes sentido del humor, querido. No deberías tomártelo todo tan a pecho.
- Les he oído hablar de mi ¿vale? Cuchicheando como viejas de pueblo. Sacando conclusiones sobre mi sin conocerme de nada. No los soporto y tú solo tienes ojos para ellos.
- Nos lo pasamos bien. Ellos no están conmigo por la fama o el dinero.
- ¿Ah, si? ¿Y yo si?
- No estoy diciendo eso. Tú tampoco.
- Y luego Pauline con su aire de superioridad yendo contigo de la mano a cuanto evento se precia cuando debería ser yo.
- Es una tradición que tenemos. Lo hago por ti para que no te acosen los paparazzi.
- Eso no es verdad. Te avergüenzas de tu sexualidad y de mí.
- Muy bien. Piensa lo que quieras. No te voy a suplicar.
- Ni puta falta que hace.
- Toma, un talón. Inviértelo como mejor estimes.
- ¿Así acaba todo? ¿Con un talón?
- Yo no creo que un talón de 5000 dólares sea un mal final.
Asi acabó un año de apasionado amor entre ambos. Enzo se vió conmovido más de lo esperado por aquella ruptura. Taron había supuesto muchas cosas bonitas para él y a pesar de haberse hecho mucho daño mutuo, le consideraba tan buena persona que no quería perder su amistad. Le mandó una serie de postales intentando firmar la paz y deseándole lo mejor en el futuro. No hubo respuesta por parte de Taron.
Herido por aquella indiferencia Enzo encontró innumerables reemplazos. A uno por noche prácticamente. Merced a su condición de exiliado fiscal aunque tenía el domicilio habitual ahora en Nueva York hacía frecuentes visitas a Reino Unido que podía repartir en el espacio de un año con 183 días naturales a su disposición. Añoraba su precioso apartamento de Iverna Gardens con todos sus hermosos muebles y obras de arte que Pauline le mantenía perfectamente cuidado. Por supuesto también aprovechaba para visitar a sus padres y su hermana y recuperar el tiempo perdido con sus innumerables amigos ingleses.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.