LONELINESS IS MY HIDING PLACE

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La prensa a los pocos días ya estaba haciendo turnos para asaltar a sus muchas visitas y recabar información sobre su estado. Tarek entre semana salía de trabajar por la tarde y acudía al hospital St. Mary para ya no salir hasta el día siguiente temprano cuando volvía al trabajo. Los primeros días habían sido tranquilos y tuvo bastante libertad de movimientos pero enseguida se filtró la noticia y ya no había vez que no saliera y algún reportero le diera caza.

- Tarek, ¿nos puedes decir cómo está Enzo?

No importaba el tiempo que llevara acostumbrado a estas cosas. Los reporteros micro en ristre le solían poner bastante nervioso. Le incomodaban mucho. Pero su educación era exquisita y nunca les hacía un mal gesto. Solía responderles con una sonrisa aunque de forma escueta.

- Está muy bien. Gracias.

- ¿Nos puedes decir cuando le darán el alta?

- No, no puedo. Eso lo deciden los médicos, cariño.

Pauline y Enzo organizaron conjuntamente la salida del hospital. Estaba ya recuperado pero aún no se encontraba al cien por cien así que Pauline le sugirió una salida perfectamente orquestada donde no le vería nadie. Con un comunicado con su jefe de prensa para contentar a los periodistas y se evitaba todo.

- Dime lo que quieres hacer –le dijo Pauline-. Lo que me digas lo organizamos.

- ¿Tú qué opinas, cariño? –le preguntó a Tarek, que estaba oyendo todo pero en un segundo plano, como casi siempre.

- ¿Yo? –se señaló Tarek.

- Si, tú. ¿No tienes una opinión? Me extrañaría.

- Yo saldría por la puerta principal sin ninguna maniobra.

- ¿Tú crees?

- Estás tan guapo como siempre. No tienes por qué huir como un ladrón. Bueno, es mi opinión. Tú haz lo que quieras.

- Hmmm. Me lo pensaré.

Enzo acabó haciendo caso a su marido, como casi siempre. Era lo más sensato. La relación con los periodistas siempre había sido de bastante tensión pero Enzo pocas veces perdía las formas frente a ellos.

Eso sí, Enzo quería salir del hospital bien guapo así que encargó a Tarek que le hiciera una improvisada sesión de peluquería.

- ¿Puedo hacerte lo que yo quiera? –le preguntó Tarek entusiasmado, le encantaba ocuparse de su pelo.

- Vale, confío en ti –dijo tras unos minutos de mirarle crítico.

Enzo se quedó obedientemente quieto mientras Tarek hacía giros rápidos con sus dedos en los mechones de su negro pelo. Le impregnaba de un aceite aromático de coco para darle brillo y suavidad.

- ¿Quieres que te lo corte?

- Tú eres el peluquero.

Se lo cortó al dos en las sienes disminuyendo gradualmente al uno y medio hasta la nuca. En la parte superior de la cabeza se lo dejó más largo, fue apurando en las sienes y atenuándolo al llegar a la zona parietal.

- Oh Dios, soy como tu hermano gemelo –dijo mirándose al espejo Enzo exagerando su horrorizada sorpresa.

- ¿No te gusta? Un corte menos clásico ¿no?

- Oh, cariño. No sé por qué me fío tanto de ti. Con las tijeras te conviertes en alguien muy peligroso.

Con el contratiempo de la bacteria asesina de hospital y el coma, su estancia se había alargado. Casi era como si se hubieran olvidado que estaba allí por la extirpación de un cáncer.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora