IT STARTED OFF SO WELL...

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Cuando Enzo se levantó temprano para coger el avión y se asomó con sigilo a la habitación en la que dormía Tarek, supo que iba a ser la última vez que le vería en su casa. De hecho parecía que aquel cuerpo adorado en cada uno de sus centímetros, fuera un espectro. Solo ocupaba un espacio circunstancial y pronto no quedaría ni rastro.

Al acercarse silencioso de puntillas a él sintió un vértigo inesperado y casi se estremeció. La sensación era que no iba a tener la oportunidad de tenerle tan cerca y con esa rara intimidad en mucho tiempo o quizás nunca más. Taron se asomó discretamente por la puerta, tras buscarle por toda la casa.

- Aquí estás. Carl nos espera ya para salir. Vamos un poco justos.

- Ahora voy, cariño.

Enzo se acercó más al rostro relajado de su marido. Cuando elegía dormir de costado, que era casi siempre, aún lo hacía lleno de almohadones. Uno en la parte baja de la espalda y otro entre las piernas. Se había destapado y Enzo le cubrió de nuevo con el edredón, como si se tratara de su bebé. Greta, tan enamorada como siempre de él, dormía arrebujada en la curva de su cintura.

- Te amo –le susurró junto a su oído rozando sus labios en el lóbulo de su oreja, muy ligeramente.

Luego miró por última vez su hermoso rostro y se puso en pie antes de que el mismo Carl fuera a por él.

Tarek lo tenía muy claro y cuando Enzo se fue, el sentía que podía respirar mejor y hasta se encontraba más ligero. Como cada mañana recibió la visita del fisioterapeuta. Habían pasado casi dos meses desde su lesión y él le aconsejó que no pensara en hacer vida normal hasta por lo menos en un mes. Le recomendó ir a la piscina cada día un rato para fortalecer la espalda pero la bici aún no la podía coger y ya se podía olvidar de cargar con ningún peso.

Su objetivo estaba claro. Se iría de allí dejando el estanque arreglado. No soportaba dejar las cosas a medio hacer. Cuando todo estuviera listo, se sentiría por fin libre. O eso es lo que pensaba.

Tarek anunció a Duncan la intención de terminar el estanque. Le quedaban solo unas cuantas piedras que colocar pero ahora estaba imposibilitado para hacerlo. Duncan contrató un servicio de camión con pluma solo para no seguir oyendo a Tarek. De ese modo, este en el terreno iba organizando en qué lugar y de qué modo poner cada piedra recogida. El trabajo fue arduo porque Tarek era muy puntilloso y quería las cosas exactamente a su modo. Las piedras no se podían mover ni un milímetro de cómo las quería colocadas.

- Menos mal que ya acabó todo –suspiró Duncan aliviado-. Por un momento pensé que el trasportista la iba a emprender a tortas contigo.

Tarek sonrió levemente y pasó un brazo alrededor de la cintura de Duncan, contemplando el estanque terminado. Estaba orgulloso por fin de su obra y sentía un secreto placer mariposeando en su estómago solo de imaginar el rostro de Enzo cuando lo viera acabado.

- Ha quedado precioso –lo admiró Duncan.

- Ahora sí, Duncan. Ahora me puedo ir.

- Piénsatelo bien. Te queda un mes o más de rehabilitación.

- Y seguiré rehabilitándome. No te preocupes por eso. Todo va sobre ruedas. Tanto el fisio como el doctor Deacon dicen que voy muy bien.

- ¿Qué va a ir todo sobre ruedas si decides largarte y dejarnos?

- Ya sé que Enzo te habrá encargado que me retengas como puedas si intento irme. ¿En qué ha pensado? ¿Un paralizante muscular o algo así?

- A la mierda Enzo. Estoy hablando de ti.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora