PARTY

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Enzo era un profesional ante todo. No perdonaba sus juergas con los amigos nunca pero después de meterse a la cama al amanecer se tomó un té dos horas después, dormitó otras dos horas más y a las 10 ya estaba en pie dispuesto a dar otra ojeada a los cuatro guiones.

Oscar, su enorme gato rojo, le miraba con amor, recostado sobre uno de los guiones. Lizzie, estaba arrebujada contra su costado. De momento los dos se retaban con las miradas y ambos competían por el amor de Enzo. Eran su parejita.

- Vas a ser el astronauta ¿verdad? –Duncan se asomó con una sonrisa, ofreciéndole un té.

- Gracias –dijo cogiendo la preciosa taza de porcelana china de su colección particular-. No sé, Duncan. Puede que sea el mejor guión pero...

- Espera, tienes una videoconferencia con Clive Harrison. El director de la película.

- ¿Quién?

- ¿No te acuerdas? Te lo dije en Munich, quería hablar contigo personalmente del proyecto.

Duncan quería que su jefe y amigo hiciera una película vestido de astronauta, algo que había deseado ser desde niño y para lo que había estudiado Astrofísica. Y al final lo consiguió. Enzo dio el Si a aquel proyecto a falta de los últimos flecos necesarios para concretar fechas. Duncan, que vivía la vida a través de Enzo, sentía como si el también hubiera conseguido ese logro anhelado desde la niñez.

Antes de empezar el rodaje tenía aún el proyecto del anuncio del perfume que llevaba su nombre. Para ello tuvo que volar hasta Los Angeles y quedarse una temporada allí.

No le apasionaba esa parte de Estados Unidos. A él le gustaba la costa Este y en concreto Nueva York, donde seguía teniendo su piso. Pero por motivos profesionales era el sitio más cómodo en el que vivir mientras estuviera por tierras americanas.

Alquiló una bonita mansión en Laurel Canyon. Lo bastante cerca de Los Angeles y lo suficientemente alejada para su privacidad. Se trataba de una villa de estilo italiano de diez habitaciones y cinco baños con tejados de teja roja y balaustrada.

Esa temporada intensa de trabajo a muchos kilómetros de Europa le fue de gran ayuda para superar lo acontecido con Lars. Aquellos tres días le habían pesado como si hubieran tenido una ruptura tras una convivencia de 10 años. Durante días tardo en volver a reajustarse y superar aquello.

Sin embargo aparecía de vez en cuando. Era como un vendaval, más bien como una tormenta de arena que emborronaba todo lo demás. Le imaginaba detrás de él mientras tecleaba en su móvil u ordenador, mientras comía y mientras se arreglaba. Mientras escogía con esmero cada prenda que se colocaba. Pensaba en él mientras se ponía sus coquetos complementos. Qué pensaría al verle acicalarse como hacía cada día. Se daba cuenta que no sabía nada de él. Ni a qué se dedicaba, ni su edad, ni nada de nada. Solo que tocaba la Novena Sinfonía con su polla.

Curiosamente, cuando volvía a enfermar de melancolía por él apareció un ángel de la guarda. Otro de los muchos que tapizarían su vida.

Se trataba de Taron. Aquel novio de Filadelfia que se echó en Cannes y que vivió con el un año de amor intenso y precioso. Taron se había puesto primero en contacto con Duncan y a través de él se enteró de su dirección en Los Angeles.

Enzo pegó un salto de alegría al verle entrando por la puerta. Tenía un cariño muy especial por ese chico. Habían vivido una historia de amor preciosa y ahí estaba de nuevo. Tan guapo como siempre.

- Te veo muy bien, cariño. Ha pasado mucho tiempo –le tomo la mano con dulzura.

- 4 años, 4 meses y 2 días.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora