ENZO EFSERYAN (FREDDIE MERCURY) ES UN PROMETEDOR ACTOR DE CINE QUE SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA CON SU NOVIA PAULINE AMOS (MARY AUSTIN). LO QUE PARECE EL FINAL DE TODO, SERA SOLO EL INICIO DE UNA NUEVA VIDA PARA ENZO.
HAY HOMBRES QUE MERECEN UNA...
Charlotte despertó no su instinto paternal exactamente pero volvieron a surgir conversaciones bastante tiernas con Leoni. Ella había dado ya por perdida la posibilidad de tener sexo de pareja con Enzo. Se contentaba con ser su "extraña pareja" en unos términos difusos e inciertos. Ambos, dos personas extremadamente sexuales, juntas eran como dos ángeles asexuados que disfrutaban enormemente de su compañía mutua en todos los demás terrenos. Jamás el sexual. Pauline sentía celos infundados hacia Leoni, Leoni sentía celos infundados hacia Pauline y su hija. Aquel círculo candente era algo divertido de ver para Enzo y se sentía profundamente halagado y amado por las dos mujeres pero curiosamente lo que él anhelaba con otro hombre nunca era capaz de conseguirlo. Llevaba mucho tiempo dejándose llevar por relaciones de una noche, nunca antes había estado tanto tiempo sin un novio. De algún modo los chicos alemanes no eran lo suyo, pensó.
Leoni era consciente de esa situación particular en su vida. Sabía que no se había enamorado de nadie en lo que llevaba en Munich y siempre albergaba la esperanza de que Enzo al final quisiera pasarse al otro lado de la acera. Después de todo, el actor era un espíritu libre. A nadie hubiera extrañado que de repente volviera a tener una relación con una mujer. ¿Y si la elegía a ella como su señora y madre de sus hijos?
Últimamente se dejaba caer con más frecuencia por el piso de Leoni. Se sentía muy solo cuando pasaba la fiebre del sexo furioso con extraños y los efectos de la coca y el alcohol se evaporaban. Enzo volvía a ser el niño vulnerable que Leoni adoraba en igual medida al loco y desatado.
- ¡El que tenga la polla más grande que se pase por aquí! –gritó desnudo desde el balcón.
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No se le había ocurrido otra cosa que salir a fumarse un cigarro a la fresca de la mañana como Dios le trajo al mundo. Había un grupo de obreros trabajando en el edificio de enfrente y no pudo resistir la tentación de insinuarse. Leoni le arrastró de allí a carcajada limpia.
- Si me preñaras no lo sentirías nada ¿verdad? –le decía Leoni tumbados en el sofá, uno a un extremo y otro a otro, tocándose las plantas de los pies juguetonamente.
- No lo digas así, mi vida. Te quedarías embarazada. Suena mucho mejor.
- ¿A ti te suena bien?
- A mi me suena precioso. Como frase.
- ¿Te gustaría tener un hijo conmigo?
- Oh, no seas ridícula.
- ¿Por qué no?
- Porque no, no quiero hablar de eso. Déjame escuchar a Sabina Argento.
- Fuiste tú quien sacaste el tema, no yo.
- Solo estaba elucubrando. Somos un par de salvajes y hedonistas. Drogas, juergas, sexo. Ahí no entran los niños.
- Si me pidieras que me casara contigo, yo lo haría.