ENZO EFSERYAN (FREDDIE MERCURY) ES UN PROMETEDOR ACTOR DE CINE QUE SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA CON SU NOVIA PAULINE AMOS (MARY AUSTIN). LO QUE PARECE EL FINAL DE TODO, SERA SOLO EL INICIO DE UNA NUEVA VIDA PARA ENZO.
HAY HOMBRES QUE MERECEN UNA...
Tras el partido habían quedado con Slaven para tomar algo y quemar la noche si podía ser. Cuando estaban con papa Enzo sus niñas balcánicas no ponían ningún reparo en ir a los clubes gays de la ciudad donde quedaran si su amiguito el actor quería ir de ligoteo, que quería ir casi siempre.
- Hoy vamos a un sitio hetero –sugirió Enzo magnánimo.
- No seas tonto. Ya sabes que no nos importa y tú necesitas conseguirte hoy un buen polvo –le dijo Goran entre las risas estruendosas de los demás.
- No, de verdad. Hoy solo me apetece tomar unas copas y emborracharme. Slaven, guíanos.
Al final recalaron en un club after hours de música rave.
- ¿Estás bien? –le preguntó Darko agarrándole de sus hundidos pómulos-. Estás muy pálido con el calor que hace aquí adentro.
- No queremos tener que llevarte en brazos –bromeó Goran-. Ninguno sabríamos como parar después.
- Siempre que estamos juntos tú acabas mal –dictaminó divertido Slaven.
- Yo no diría que mal –le agarró de la barbilla guiñándole un ojo-. Voy a tomar un poco el aire. Ahora vuelvo.
Fuera hacía 4 grados así que el viento helador de Portland le sentó de maravilla. Se encendió un cigarrillo y ensimismado se puso a mirar alrededor.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
De repente su mirada se posó en un chico monísimo y entornando los ojos se puso a escudriñarlo. Todo le gustó. Desde su pelo castaño claro que le caía descuidado por la frente hasta unos personalísimos ojos azules tiernos y al mismo tiempo con un ingrediente de violencia. Nariz redondeada y boca bien dibujada. Tenía unos pies enormes enfundados en unas All Star, al más puro estilo The Clash. Entonces una pareja, un chico y una chica, se le acercaron y él sacó de su mochila unas pastillas. Ellos le dieron unos billetes y se marcharon. Hubo tres transacciones más en el espacio que le duró su cigarro a Enzo. Entonces en cierto momento los dos decidieron irse a la vez y en la misma dirección. En el choque entre ellos Enzo le echó abajo la mochila con su preciada mercadería. Le espetó algo así como "Mira por donde vas, dientes de conejo". Le observó paralizado como recogía todo, sin moverse.
- Gracias por ayudarme ¿eh? Tú no te manches las rodillas.
Entonces como si le hubieran apretado un botón secreto se arrodilló a ayudarle. El chico no paraba de mirarle con curiosidad mientras acababa la tarea. Si le miraba más allá de cinco segundos seguidos se podría derretir de inseguridad y él sabía hacerlo sin pestañear durante mucho tiempo más. Entonces Enzo pensó que acababa de reconocerle, de ahí esa manera de mirarle.
- Anda, déjalo. Y mira por donde vas.
- Parece que te va bien el negocio –comentó con una sonrisa secreta viendo como cerraba su almacén por fin.