YOU'VE YET TO HAVE YOUR FINEST HOUR

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Había que encontrar un equilibrio entre lo que era aconsejable para Enzo y lo que Enzo deseaba. A veces tratar con él era muy complicado y aquellos que le querían de verdad, debían enfrentarse una y mil veces a sus desplantes de niño impaciente que no era capaz de entrar en razón.

La vida le había dado muchas nuevas oportunidades en cuestión de salud y el las había aprovechado para exprimirse más profesionalmente. Era un animal interpretativo y llevaba mucho tiempo sin hacer lo que más le gustaba. Se rebelaba contra el tiempo, estaba hambriento como un zorro flaco rodeando un gallinero con alta seguridad.

Enzo consideraba que le había sentado tan bien el hígado de su marido que era un hombre renovado y apto para las más arriesgadas batallas. Pauline seguía viendo las cosas de diferente manera. Por supuesto que le veía actuando y haciendo aún grandes cosas en la pantalla grande pero según ella, Enzo debía calmarse un poco y seguir las recomendaciones del doctor Deacon. Eso les llevaba sin remedio a discusiones y a forcejeos dialécticos.

Todos estaban a favor de Pauline y en contra de Enzo, con lo cual Marygold Alley fue una trinchera abierta durante un tiempo donde los únicos aliados que encontraba el señor actor frustrado eran sus gatitos.

- Dime que cualquier director se pelearía por tenerme -la interpeló Enzo en una de sus reuniones.

- ¿Quieres que te mienta? Yo te miento si es lo que quieres.

Oh, Dios. Pauline y su asertividad. A veces era un hueso duro de roer tener que oír siempre la verdad sin ambages. Por eso precisamente la necesitaba a su lado. Como necesitaba a su marido, a sus amigos más íntimos, a su familia. Porque todos tenían algo en común, nunca le iban a decir solo lo que quería oír. Le iban a forzar fieramente al equilibrio más ineludible.

- Entonces me estás diciendo que ya nadie se acuerda de mí y que debería buscarme otro trabajo. Pues quizá me venga bien ser un licenciado en diseño gráfico después de todo.

- Enzo, escúchame. No he dicho todo eso que acabas de soltar como un perro rabioso. ¿Cómo se van a pelear por tenerte si llevas más de un año retirado de la vida pública y casi dos años de la industria del cine?

- Vale, pelear no es el verbo.

- Bien, así me gusta. Que reconozcas para empezar no haber estado acertado con la elección de las palabras.

- ¿Te estás regodeando con mi torpeza?

- Un poco sí.

- Oh, cariño. Me come vivo la inquietud. Entiéndeme. Lo normal era que los directores se pelearan por mi.

- Eso es pasado. Ahora mismo a nadie le importa un comino que hayas ganado un Oscar, dos globos de Oro, un Olivier. Que seas uno de los actores mejores y más taquilleros. Ahora mismo eres un hombre recuperándose de un trasplante de hígado...

- Ya estoy recuperado. Lo avalan las cajas de condones que no dejan de desaparecer del almacén.

- Dios, Enzo. No seas guarro...

- No soy guarro. Te repito que soy un hombre recuperado y listo para la batalla.  

- Pues lo primero que deberíamos hacer es seducir a la industria. Yo empezaría desde ahí.

- Oh... ¿crees que podría seducirlos? ¿Sería capaz? -sus ojos brillaban traicionando esa repentina falsa modestia.

 ¿crees que podría seducirlos? ¿Sería capaz? -sus ojos brillaban traicionando esa repentina falsa modestia

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MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora