MR BAD GUY

THANK YOUR LUCKY STARS

- Sé agradecido con tu suerte, tío -le dijo John sirviéndose el té que acababa de traer Svetlana al salón japonés.

El doctor Deacon tenía toda la razón. Solo unos días antes en Brighton la cosa pudo haberse puesto peor.

La obra fue sobre ruedas como las anteriores noches. Incluso se podría decir que mejor a medida que las funciones iban fluyendo. Habían ganado en experiencia y en fluidez. Enzo y Sue funcionaban espléndidos juntos. Ni siquiera los críticos más puntillosos que se negaban a calificar a Enzo como un buen actor de teatro osaban meterse con su diferencia de edad. No era apenas visible sobre el escenario.

El teatro de Brighton con 952 butacas era uno de los teatros más ancestrales de Reino Unido. Tenía la friolera de 212 años. Hubo aplausos fervorosos tras la conclusión de la obra. El público era el que mandaba, como siempre. Los críticos podían ponerse todo lo puristas que quisieran y llamarle hasta usurpador pero las ventas mandaban. Enzo Efseryan sabía como llenar teatros.

Las fresias inundaban hasta los topes cada hueco de su camerino haciendo que su potente aroma atolondrara los sentidos. Sus numerosos fans sabían más de su vida casi que el mismo y sin duda eran poseedores de información como cual era su flor favorita.

- ¿Te peso mucho?

Para la función de Brighton habían acudido los padres de Tarek a verle ya que vivían a solo 45 minutos en coche. Fueron las únicas personas a las que se le permitió la entrada a su camerino. Había colocado a su suegra sobre sus rodillas como tantas otras veces. Desde un principio hubo buena conexión entre ambos.

Pero Aziza, como madre, veía a Tarek distinto. Con la fatiga colonizando cada uno de sus bonitos rasgos y Enzo... A Enzo temía partirle sus delgadas piernas con el trasero. Se le veía necesitado de una sesión intensiva de relajación.

- Cariño ¿por qué ibas a pesarme? -dijo con su flema habitual balanceándola juguetón como si fuera una niña.

- ¿Te sientes bien?

- Agotado y feliz. Una combinación perfecta.

- Pues entonces veniros a casa. Os prepararé la salsa Tahini que tanto te gusta.

- De eso nada, hoy os saco a cenar.

- Enzo, no es necesario. Estáis agotados.

- Ya está todo hablado y organizado. Duncan ha elegido un restaurante para llevaros.

Aziza tenía toda la razón. Lo ideal habría sido retirarse directos hasta Eastbourne, cenar ligero e ir directos a la cama. Pero Enzo ya había organizado las cosas a su modo y nunca había vuelta atrás. El decidía.

A pesar de que la perspicaz madre de Tarek había visto las señales evidentes de cansancio acumulado, Enzo no se notaba especialmente cansado esa noche. No mas que el resto de las otras veces, en cualquier caso.

Fue una cena tranquila y agradable donde se pusieron al día de sus cosas y luego regresaron a Eastbourne para pernoctar en casa de sus suegros. Tenían hotel reservado en Brighton y habría sido más cómodo llegar allí en 10 minutos pero no quería ser descortés con ellos y su hospitalidad desbordante.

Lo peor de todo es que a Enzo su cuerpo no le mandó señales de socorro. Hasta la cena tardía le había sentado de maravilla. Pero al llegar al baño para lavarse los dientes, sintió que todo le daba vueltas y que el sudor frío familiar se apoderaba de él. Se arrodilló sobre el inodoro para no perder el equilibrio y sin esfuerzo alguno vomitó toda la cena. A trompicones se reclinó sobre el lavabo para aclararse la boca con agua fresca y vio su rostro pálido y sudoroso reflejado en el espejo. Pensando a toda velocidad decidió recostarse sobre los azulejos para evitar una caída si se producía el habitual desmayo.