ENZO EFSERYAN (FREDDIE MERCURY) ES UN PROMETEDOR ACTOR DE CINE QUE SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA CON SU NOVIA PAULINE AMOS (MARY AUSTIN). LO QUE PARECE EL FINAL DE TODO, SERA SOLO EL INICIO DE UNA NUEVA VIDA PARA ENZO.
HAY HOMBRES QUE MERECEN UNA...
Acabada su jornada laboral, Tarek cogió un taxi hacia Marygold Alley. Duncan le recibió en la puerta con una sonrisa radiante, dos besos y un: "Te espera arriba".
Tarek miró la elegante escalinata sinuosa y se hubiera santiguado de ser un poco más religioso. Todo lo que hizo fue tomar aire y empezar a subir peldaños. Una vez llegó al rellano giró a la derecha a través del pasillo y abrió la puerta del vestidor. A través de él era como se accedía a la suite de Enzo.
Casi no le dio tiempo a cerrar la puerta tras él. No hubo palabras. Sintió el aliento de Enzo en su nuca cuando ajustaba la puerta y no hubo posibilidad de resistencia a su torrente apasionado. No llegaron a atravesar la puerta de la suite.
Una vez pasó la tormenta de sexo desbocado, Tarek se levantó trastabillando de la otomana octogonal tapizada en seda muaré color crema. Había funcionado muy bien como improvisado lecho. Se puso a vestirse atropellado sin ni siquiera atreverse a mirar a Enzo, que en contraste le comía con los ojos. Estaba sentado con las piernas cruzadas, totalmente desnudo encendiéndose un cigarro.
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Tarek se giró para buscar sus zapatos y Enzo se apresuró a cogerlos.
- No puedes irte tan pronto –gimió lastimero dando una ligera calada casi de forma femenina, ese estilo de fumar que tenía siempre.
- No sé que ha pasado aquí. Dame los zapatos.
- Te quiero aquí.
Al decirlo asomaba a su hermoso rostro esa determinación innata que poseía y que a Tarek le hizo temblar.
- Vuelve a casa.
- No creo que sea buena idea. Nos podemos hacer mucho daño.
- Pues hagámonoslo. Me acuerdo de todo. Cada parte de tu hermoso cuerpo. Y es verte y quererlo para mí. Y para nadie más –dijo con la mirada puesta en su boca.
- Es curioso, porque eso pienso yo también. Pero no tengo tanta suerte porque debo compartirte con quien sea del que te encapriches.
- Olvídate de eso. Solo somos tú y yo. No quiero hablar de ello. Dime que te quedarás aquí por siempre jamás.
- Qué pena me das.
- No vas a salir de aquí. Te pongas como te pongas.
- Eres un hombre imposible.
- Y por supuesto no te quiero vestido. A ver.
Sin pensárselo mucho volvió a desabotonar su camisa y sus pantalones. Con el aspecto serio del que hace algo rutinario.
- ¿Qué demonios haces?
- Nos vamos a la cama juntos y desnudos.
- Madre mía.
- Eso, madre mía.
Le llevó en brazos hasta la cama. Se recostó cerca, de costado. Apoyando un codo en la almohada y la palma de la mano contra su cara, le contempló. Tarek le contempló a él confuso. Enzo se quedó mirando su pecho lampiño, tan suave, como si fuera la primera vez que le tenía ahí para él solo. Acto seguido volvió a desviar sus bonitos ojos oscuros a su rostro.