ENZO EFSERYAN (FREDDIE MERCURY) ES UN PROMETEDOR ACTOR DE CINE QUE SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA CON SU NOVIA PAULINE AMOS (MARY AUSTIN). LO QUE PARECE EL FINAL DE TODO, SERA SOLO EL INICIO DE UNA NUEVA VIDA PARA ENZO.
HAY HOMBRES QUE MERECEN UNA...
El dia del estreno de la película fue el día que se volvieron a reencontrar. Se sintieron muy extraños mientras posaron para un millón de fotos con sus respectivas parejas. Pauline estaba exquisita con un traje minifaldero tweed de Chanel acompañado de su clásico bolsito y unos zapatos blancos de tacón con hebilla. Por su parte Enzo optó por un traje slim fit color vino, marcando cintura y utilizando una solapa ligeramente estrecha. Ál ser bastante delgado y tener correcto 1.79 de altura, su apuesta era la más acertada. De ese modo daba sensación de más altura y ampliar visualmente la anchura de los hombros aportando más volumen en la parte superior. En contraposición con el colorido de Enzo, estaba Chris con su smoking negro cruzado que le sentaba como un guante, solapa redondeada y su camisa y pajaritas blancas. Solo la pequeña licencia del pañuelo estampado. Ekaterina optó por un minivestido negro y oro de mangas vaporosas acompañado de unos zapatos en color también oro.
Todo era glamour y sonrisas en ese esperado estreno y mucha expectación de ambas estrellas presentándose por primera vez con sus respectivas parejas. Pero Chris y Enzo apenas se hablaban, apenas se miraban incluso. Se aferraban distantes a las cinturas de sus guapas acompañantes intentándose evitar pero era del todo imposible. Sin ellos pretenderlo se habían convertido en iconos gays que incluso trascendían la temática de la película. Quedaban muy bien juntos en el photocall. Hacían mejor pareja que con sus respectivas. A todos se lo pareció.
El éxito de la película contribuyó a que la agenda se les llenara de entrevistas conjuntas y la implacable maquinaria de la promoción se engrasó apropiadamente para ellos. Ahora se veían más que en el rodaje, si eso era posible. Siguieron con ese rosario interminable de peleas y reconciliaciones mientras Chris no tenía ninguna intención de salir de su armario.
Hola, mi conejito de la suerte (Chris siempre le llamaba así desde el enorme éxito adquirido). Acabo de echar un polvo de despedida y me he quedado tumbado en la cama añorándote como un loco. ¿Vas a decirme que a ti no te pasa lo mismo después de tener sexo? Teri y yo vamos a cenar en Toca Rouge. Quiero que vengas con Pauline y pasemos una bonita velada. Así de paso fumamos la pipa de la paz. Os espero.
El mail hizo que se le desparramara toda la lechuga por el teclado. Ya se le quitó la poca hambre que solía tener. ¿En qué estaba pensando Chris? Era una locura. Pero como siempre aunque sopesó todos los contras y los escasos pros, optó por obedecerle. Igual tenía razón. Debían dar carpetazo a esta locura y este fuera un modo sensato.
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Pauline y Enzo aparecieron cogidos de la mano, ellos ya les esperaban. El tramo desde la puerta hasta la barra se le hizo eterno. Soltó la mano de Pauline por miedo a que empezara a notarle la transpiración que brotaba descontrolada. ¿Cómo podía estar tan nervioso de repente? Percibió como Chris le devoraba de arriba abajo. Su mirada sin embargo era sutil pasado el relampagueo inicial como si fuera un radar por todo su cuerpo.
Sus vaqueros ajustados de talle alto hacían el trasero de Enzo de escándalo, llevaba una camiseta básica y blazer blanco con una rosa de tela negra sobre una de las solapas. El blazer pertenecía a Pauline, solía ponerse mucha ropa de ella.
