SOMEBODY TO LOVE

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Había pasado mes y medio desde la última vez que había visto a Tarek. A pesar de que no le había olvidado no se atrevía aún a llamarle. Recordaba sus ojos impresionantes al despertar aquel mediodía. El sabor de su boca al estrellarse despistada sobre la suya. No quería dejarle escapar. Intuía que era para él, solo para él. Así que en una de las ocasiones que regresó a Londres no dudó esta vez en llamarle por teléfono.

- Adivina quien soy –empezó.

Al otro lado hubo un silencio.

- Soy yo, Enzo.

- Dime.

- ¿Dime? ¿No te alegras de oírme?

- Si.

- Oh, cariño. Podrías ser un poco más elocuente.

- No esperaba volver a saber de ti.

- ¿Por qué? ¿No te quedó claro que me gustabas? A ver, celebro una cena en casa. Estas invitado.

- No puedo. Ahora mismo estoy haciéndome mi cena.

- Pues déjalo todo. Hoy cenarás en el hogar Efseryan. Te mando mi ubicación por el móvil.

- No hace falta. La recuerdo perfectamente.

- ¿En serio?

- Si.

- Entonces yo también debo gustarte mucho.

- ¿A qué hora tengo que ir?

- De inmediato. Te quiero aquí ya. Ven volando.

Enzo no estaba preparado para la visión de Tarek en su puerta con un ramo de fresias amarillas para él.

- Oh, voy a morir de amor –rodeó su cuello con los brazos plantándole un beso de tornillo que le pilló por sorpresa-. Eres adorable ¿lo sabías? Es mi flor favorita.

- Solo tenía claro que te encantaban las flores.

- Te has documentado googleándome.

- Un poco.

- Entra, amor. Te presento algunas caras que igual no conoces.

Por suerte para el tímido Tarek volvió a reencontrarse con Duncan a quien ya conocía anteriormente. También hizo buenas migas con Taron y por supuesto con los dos gatos de Enzo que se frotaron contra sus piernas. Incluso Lizzie se dejó coger en brazos.

- ¿Por qué les gustas tanto? Es normal que yo les guste, me han elegido como su dueño. Pero tú... ¿qué han visto en ti?

- Igual lo mismo que su dueño ha visto en mi.

- ¿Yo? Yo no he visto nada en ti. Solo me acordé de repente de tus ojos peculiares y quise volver a verlos.

- ¿Eso es todo?

- Y del sabor de tu boca en la mía.

- Ah, ya veo.

- ¿Tú no me has recordado?

- Si, un poco.

- ¿Un poco? ¿Todo es un poco contigo? Espero que no sea todo así, cariño –le dijo tocándole ahí abajo ante lo cual Tarek se encogió, pillado por sorpresa.

La mesa estaba espléndidamente equipada. Su mantel de hilo espectacularmente bonito, la vajilla resplandeciente y los cubiertos milimétricamente colocados. Enzo en un arranque de los suyos sustituyó los dos espléndidos centros de mesa con hortensias blancas por las fresias que le había regalado Tarek.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora