ENZO EFSERYAN (FREDDIE MERCURY) ES UN PROMETEDOR ACTOR DE CINE QUE SE ENCUENTRA EN UNA ENCRUCIJADA CON SU NOVIA PAULINE AMOS (MARY AUSTIN). LO QUE PARECE EL FINAL DE TODO, SERA SOLO EL INICIO DE UNA NUEVA VIDA PARA ENZO.
HAY HOMBRES QUE MERECEN UNA...
Tarek trabajaba en Marygold Alley de lunes a viernes de 8 a 12 del mediodía. Tenía estipuladas dos pausas de un cuarto de hora cada una para tomarse un refrigerio. Como Tarek evitaba entrar en la casa en lo posible, Duncan o Taron solían salir con alguna cosa para él y cuando llovía se la llevaban a su nuevo reino secreto; el invernadero.
Enzo intentó respetar a Tarek en lo que estuvo en su mano. El problema que existía entre ellos es que no entendían el respeto del mismo modo.
Esa mañana lluviosa, Tarek entró allí a tomarse un té con un trozo de algo dulce que le había servido Taron. Justo al lado se encontró una rosa blanca con una pequeña nota atada a la base del tallo. La desenrolló con cuidado para tropezarse con la letra inconfundible de Enzo. Esa letra maravillosa medio de profesor, medio de médico. "Carl te espera a la salida. Hoy no cojas el metro. Hace horrible. Besos. Enzo".
Maldito sea, pensaba Tarek llevándose la rosa y aspirándola. ¿Cómo podía ser tan listo y manipulador? Le conocía demasiado bien. Sabía que esos pequeños detalles rozando la cursilería le volvían loco. Pero era un maldito kamikaze. También sabía a la perfección que no le gustaba que le mangonearan así. Agarró el móvil con decisión.
- Llama a Carl de inmediato y anula su viaje a Epping. Voy a coger ese puto metro.
Dejó el móvil enfurecido mientras apuraba su té antes de que se enfriara. No tardó ni medio segundo en vibrar.
- De ninguna manera. Está diluviando. Deja de poner pegas a todo. A Carl le da igual, es su trabajo. Como si tiene que llevarte a la Patagonia.
- ¿Así es como entiendes tú el respeto? ¿Organizándome la vida?
- No quiero que cojas catarro. ¿No has leído el periódico? En Londres ahora mismo hay una epidemia.
- Si no llamas tú a Carl para anularlo lo haré yo.
- No seas ridículo. Yo soy quien le pago. Hará lo que le mande.
- Pues yo iré como quiera. No como tú ordenes.
Al final el apasionado Tarek tenía que acabar subiéndose al coche con Carl, solamente por no desairarle. Y Enzo, feliz de su triunfo, siguió dejándole cada día sin faltar uno una flor distinta en su rincón de lectura. Siempre iban acompañadas de una nota a veces cómica, a veces romanticona y a veces solo le garabateaba dibujitos. Normalmente de alguno de los gatos. Tarek iba guardando una a una las flores en las páginas de su libro junto a las respectivas notas.
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- ¿Me dejas acompañarte? –preguntó casi tímido Enzo asomando su cabeza por la puerta del invernadero.
Tarek le hizo pasar con un gesto escueto. Aquella mañana no había recibido ninguna flor pero se abstuvo de decirle nada. Enzo se acomodó en la butaca y cogió "El asedio" de la mesita. Vió cada una de las flores ya resecas entre las páginas y sonrió engreído alzando las cejas cómicamente.