ENSUEÑO I

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Por suerte para ellos ser pasajero de primera clase en un vuelo de 12 horas era ligeramente diferente al resto de los mortales. Dispondrían de suite privada con comodos asientos para poder incluso disfrutar de masajes y llegada la hora de dormir el asiento se convertía en una mullida cama. Así uno si se podía entregar a un vuelo de 12 horas y otro de 9.

En Londres dejaban recién estrenado el otoño y allí saludarían el comienzo de la primavera austral. No era pleno verano pero se trataba de una época espléndida para hacer de todo. La primera parada fue en Sydney. Enzo había estado tres veces en la ciudad en promociones y algún estreno. Pero habían sido viajes relámpago, no conocía Sydney muy bien. Tenían reservado hotel para 5 días. El primer día Tarek ya cogió una bici para hacerse una ruta suave por la ciudad.

- Quiero mi noche de bodas –exigió Enzo autoritario alzando su majestuosa barbilla.

Tarek acababa de entrar por la puerta con su atuendo de ciclista. Se estaba desabrochando el casco.

- ¿Qué haces despierto? No te reconozco.

- El jet lag, mi amor.

Tarek le observó allí recostado en la butaca a la tenue luz del atardecer y le pareció bellísimo. Llevaba su albornoz amarillo abierto mostrando su velludo pecho desnudo. Las delgadas piernas cruzadas en lo alto de una mesa.

-        ¿Te vas a quedar ahí mirando sin darme siquiera un beso?

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- ¿Te vas a quedar ahí mirando sin darme siquiera un beso?

- Estoy todo sudado –se disculpó olisqueándose la axila.

- Me vale así –le ordenó con el dedo índice que se acercara, muy serio.

Tarek le obedeció con una sonrisa. Al llegar a su altura vio que tenía puesta una corbata preciosa color azul cielo con finísimas rayas grises.

- Bonita corbata. ¿Es cuanto llevas puesto? –dijo acariciando la fina seda tras el beso requerido.

Enzo asintió mirándole con deseo. Esa mirada sucia que tanto gustaba a Tarek. Era sexy hasta la sombra que se proyectaba en la pared.

- Te la he comprado a ti. Hace juego con tus ojos.

- ¿Otra vez de compras? No te puedo dejar solo.

- No deberías. Tu maridito ha ligado en la elegante tienda de corbatas.

- ¿En serio?

- No sé de qué te sorprendes –teatralizó el estar muy ofendido por su incredulidad-. Me metió su número de teléfono en la bolsa. Le voy a guardar para emergencias como estás en que mi marido me deja abandonado tantas horas. Este cuerpo necesita atenciones.

- Tienes mal hecho el nudo de la corbata, como siempre. ¿Qué harías sin mí?

Tarek le desanudó la corbata con cuidado y le ató con ella las muñecas colocándoselas detrás de la butaca. Los ojos de fuego de Enzo sonrieron traviesamente.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora