LITTLE HIGH, LITTLE LOW

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La quimioembolización era una operación en principio razonablemente sencilla. Los dos objetivos con ella eran claros; por un lado, hacer llegar una alta concentración de quimioterapia al tumor, inyectando los fármacos a través de la arteria hepática preservando el resto de tejidos y por otro lado bloquear el paso de sangre con la que se nutría el tumor. Ese bloqueo de la irrigación sanguínea también destruía las células cancerosas; la embolización.

Como el doctor Deacon les había explicado con su forma habitual gráfica y clarificadora, el hígado era un órgano singular. Tenía dos sistemas de suministro de sangre: una arteria (la arteria hepática) y una gran vena (la vena porta). El hígado normal recibía el 75 por ciento de su suministro de sangre a través de la vena porta, y sólo el 25 por ciento a través de la arteria hepática. Pero cuando crecía un tumor en el hígado recibía casi todo su suministro de sangre a través de la arteria hepática.

Los medicamentos quimioterapéuticos inyectados en la arteria hepática llegaban al tumor de forma directa y no afectaban la mayor parte del tejido normal del hígado. Luego, cuando la arteria estaba bloqueada, la sangre ya no llegaba al tumor, pero el hígado seguía recibiendo sangre de la vena porta. Esto también permitía que una concentración mas alta de las drogas anticáncer pudiera estar en contacto con el tumor por un período mayor de tiempo.

Enzo se volvió a someter a la quincuagésima analítica de su vida para ver su función renal y hepática y la coagulación.

La intervención tuvo lugar en una sala de radiología porque el procedimiento era mínimamente invasivo. Le administraron un medicamento para ayudar a proteger los riñones contra la quimioterapia. Unos monitores le controlaban el latido cardíaco, la presión arterial, los niveles de oxígeno y el pulso. Una vez sedado localmente, le hicieron una pequeña incisión y le insertaron el catéter.

Tras hora y media de intervención, se quitaba el catéter aplicando presión para detener el sangrado. Utilizaron un aparato de cerrado para sellar el pequeño agujero en la arteria. Esto le permitiría moverse más rápido. La abertura realizada en la piel se cubrió con un vendaje sin necesidad de sutura. Tuvo que quedarse en la sala de recuperación seis horas.

La operación salió con toda normalidad y Enzo tuvo que quedarse ingresado dos días más vigilando el punto de la punción para que no hubiera infecciones, hematomas o inflamación.

Le dieron el alta con antibióticos orales, medicinas para el dolor y la náusea. Enzo sufrió el llamado síndrome de postembolización con toda su virulencia. La fatiga y pérdida de apetito eran síntomas de una insuficiencia hepática, debido a la reducción del suministro de sangre al hígado.

- Deaky, me siento hecho una mierda. Así me siento.

John acudió pasada una semana a casa de Enzo para comprobar él mismo el alcance de sus efectos secundarios.

- Es normal. Son todo señales de una recuperación normal.

- Tenías razón. Soy un auténtico guiñapo, no tengo fuerzas para nada.

- Tienes que tener paciencia. Puede que estos síntomas se alarguen una semana o dos más. La operación, que es lo que cuenta, ha sido un éxito. Es una suerte que el tumor estuviera colocado en el lóbulo derecho y no ocupara el izquierdo porque de otro modo tendrías que haberte sometido dentro de un mes a otra quimioembolización.

- Oh, qué chico más afortunado soy. ¿Qué tal le fue a tu hija con su examen de biología?

- Veo que tu memoria no se ha visto afectada -sonrió enternecido por los detalles siempre destacables de Enzo. Estaba hecho una pena y no se le escapaba nada-. No salió muy contenta.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora