I JUST CAN'T HANDLE IT

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Enzo sintió un rugido a su espalda. Era un rugido estremecedor que le heló la sangre en las venas. Dio un salto acrobático con sus largas piernas pero no fue capaz de impulsarse. Sus miembros estaban entumecidos de dolor, el sudor colonizaba cada parte de su cuerpo en forma de riachuelos. Sintió su sabor salobre en su lengua cuando se la pasó por encima de su bigote. El corazón volvía a palpitar desbocado mientras unas manos cercaban sus tobillos para derribarle. Podía sentir como la vena de la sien amenazaba con reventar.

Tenía las piernas paralizadas pero intentó bracear para poder seguir avanzando. El esfuerzo le estaba dejando extenuado y desvalido. El sudor corría en desbandada por su cuerpo desnudo parcialmente. Llevaba puesto un sombrero de cowboy y una camiseta ajustada que chorreaba.

Volvió a lamerse el bigote empapado y sintió cómo se estaba concentrando en acoplarse. Su único objetivo era acoplarse.

Unas manos agarraron un mechón de su pelo a la altura de la coronilla y echó la cabeza para atrás. Pero ya no sentía más dolor. Su cuerpo se dejaba llevar, entumecido y dócil, en aquel baile que no terminaba nunca.

Sus sienes latían al ritmo de una música estridente y molesta. Alguien acababa de estrellarle un golpe líquido contra la cara y cerró los ojos evitando su salpicadura. El líquido viscoso cayó por el puente de su nariz y sacó la lengua para alcanzar a probarlo.

Entonces despertó. Estaba en mitad de la habitación reptando por el suelo como un lagarto, con la camiseta de su pijama calada y la lengua lamiendo una y otra vez su bigote.

- Oh, joder... -murmuró extenuado poniéndose en pie en tres o cuatro fases.

Intentó calmarse llegando hasta el baño y reposando la cabeza sobre el frío borde de la bañera mientras su pulso se recuperaba.

Malditas pesadillas, pensó aturdido. ¿Nunca iba a dejar su mente de intentar averiguar en qué momento se jodió todo en su organismo?

 ¿Nunca iba a dejar su mente de intentar averiguar en qué momento se jodió todo en su organismo?

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Enzo era un kamikaze y un testarudo irracional, pensó Tarek cuando por fin le pudo convencer de dejarle solo y dejar de exponerse. Lo cierto es que Enzo enloquecía cuando su marido enfermaba, perdiendo todo sentido común. Dependía demasiado de él. ¿O es que el verle ahí cargado con el virus de la gripe era una tentación demasiado fuerte para no aprovecharla? ¿No lo consideraría una oportunidad de oro para acelerar su momento final y acabar de una vez?

Tarek apartó esos últimos pensamientos retorcidos. Prefería quedarse con la idea de un Enzo dependiente de él, adicto a sus arrumacos y siempre pendiente de su salud por encima de la suya propia.

Tarek superó con rapidez su gripe y pudo volver a estar operativo para él. Se le ocurrió la bonita idea de organizar una cena de Nochevieja solo para ellos dos. Le parecía que si pensaban en últimas cosas juntos, esas noches siempre habían sido especiales por un motivo u otro y esta vez se merecían algo también especial a pesar de las circunstancias. Además era de justicia poética estrenar los gemelos y no iba a encontrar mejor ocasión.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora