MR BAD GUY

YOU AND I

Enzo encargó para Pauline tres vestidos en tres estilos muy distintos para que ella escogiera. La conocía estupendamente y todos encajaban con sus gustos. La fueron a visitar unas horas antes de la gala y la encontraron muy indecisa. Eran una belleza los tres. Recordaba cuando salía con Enzo y muchas veces compartían ropa, cepillo del pelo y hasta laca de uñas. La influyó mucho en su forma de vestir. Siempre le compraba cosas muy femeninas que le valían para eventos muy concretos. En una ocasión la regaló un top blanco y una falda a dos niveles llena de lazos, espectacular. Enzo la aconsejaba que se pusiera el conjunto Chanel minifaldero y Tarek opinaba que el vestido fucsia hasta los pies era más apto para la gala. Al final optó por la tercera opción con un vestido midi dorado y plisado, bien ceñido a la cintura. Le acompaño de unos zapatos color plata y su media melena rubia ondulada sin ningún adorno.

Al día siguiente aparecieron ambos deslumbrantes en el estreno de su película. Por supuesto en los photocall iba o solo o acompañado de Pauline así que él seguía alimentando la ambigüedad allá donde fuera. Pauline estaba espectacular con su vestido dorado de Emilia Thurnball. Todos los flashes recalaron en ellos, por supuesto. Tarek, como el hermano gemelo de Enzo, con su mismo esmoquin se mantenía en un discreto segundo plano admirando a su hombre. Durante la proyección de la película tuvo a Pauline sentada a su derecha y Tarek a su izquierda, con una mano sobre la rodilla de cada uno de ellos.

Tras el estreno la productora había organizado una fiesta en un barco anclado en el Támesis. También hubo un aluvión de fotógrafos y esta vez sí que Tarek fue la señora Efseryan a tiempo completo.

Como siempre solía pasar en dichas ocasiones, esas fiestas organizadas acababan siendo un coñazo para Tarek. Enzo normalmente se debía a los productores, actores, periodistas y demás satélites que pululaban en esos eventos. Lo cual significaba que Tarek desaparecía del mapa e intentaba montarse la fiesta por su cuenta.

Casi desde el primer momento hubo una horda de periodistas gráficos con sus cámaras apuntando con sus flashes a Enzo. Estuvo posando para ellos y hablando un poco como un cuarto de hora. Tarek se esfumo en cuanto se desató esa locura interminable. Por experiencia sabía que ese circo duraría y al menos él tenía el privilegio de poder irse a la barra a pedirse una copa y bebérsela tranquilamente. Aunque siempre estuviera condenado a la soledad.

En la mayoría de ocasiones entablaba conversaciones intrascendentes con los camareros o diversos miembros de los séquitos de acompañamiento de otros famosos. Tarek agradecía alejarse de ese mundo artificial que se desplegaba en esos eventos y que a él particularmente le incomodaba. Era el contrapunto perfecto para Enzo. El adoraba que no le impresionaran los rostros conocidos ni le intimidaran de ningún modo. Su normalidad le convertía en el hombre más sexy del universo.

Había pasado una hora desde que se alejó discretamente del circo desplegado alrededor de su novio. Se había tomado una copa e iba a por la segunda pero le dio remordimiento de conciencia y pidió otra para llevar a Enzo. Tras mucho deambular por el barco su punto de referencia era la espesa cabellera rizada de perro de aguas de Duncan, sabía que cerca andaría Enzo. Efectivamente estaba charlando con Tom Hanks y Enzo hizo las presentaciones, alegre y orgulloso.

- Oh, gracias, cariño –le cogió la copa que le traía obviando que ya tenía otra en la mano-. Tom, este es mi hombre, Tarek.

Se estrecharon las manos con fuerza. Tom era tan agradable y simpático como uno podía imaginarse, no tenía nada de estrella. Su naturalidad encajaba con la suya propia pero el tema de conversación que tenían (muebles, decoración de interiores) le aburría soberanamente.

Al final, Tarek regresó a la barra a por la tercera copa de champán. Entabló conversación con uno de los miembros del staff de Clint Maxwell, el veterano actor y director. Por suerte para él encontró por fin una persona de su agrado con la que tener una conversación más o menos coordinada. Lo justo que te permitía las copas de más.