I'M NAKED AND I'M FAR FROM HOME

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El país no daba abasto. Con la pobre infraestructura social de Mozambique, les era del todo imposible acoger a tanto huérfano en la totalidad de los orfanatos públicos que existían. Por lo tanto se derivaban a las organizaciones no gubernamentales.

El centro de acogida para huérfanos, que parecía sonar mejor que orfanato, había sido abierto hacía solo dos años. Era una de las obras más recientes de la fundación.

En total había 41 niños de diferentes edades. Desde recién nacidos hasta niños de 12 años. Cualquier país de Africa tenía un millar de heridas abiertas que curar pero la de los huérfanos por Sida era una cifra tan alarmante que si hubieran hecho cinco centros, los cinco se hubieran llenado. De hecho, el gobierno prestaba tan poca atención a esta problemática que la red de centros estatales colapsaban y ahí es donde una fundación como la de Enzo tenía una labor clave. La mayoría de niños que habitaban allí venían de centros estatales que no podían soportar más con el enorme gasto médico que suponían y debían cerrar.

Mientras Enzo y Tarek eran conducidos por cada sala para que vieran todo el edificio, ya eran seguidos muy de cerca por un grupo de alegres niños correteando al lado aunque aún sin atreverse a tocarlos. Solo les miraban con atención.

Uno de los coordinadores les explicaba los planes que había de ampliación del lugar, ya que empezaba a resultarles complicado dar cabida a la creciente demanda.

Había diferentes situaciones dentro de las vidas de aquellos huérfanos. Los había con ambos padres muertos, otros con alguno de ellos vivos pero incapaces de mantenerlos y otros que vivían con uno u otro y pasaban allí parte de su día para recibir su medicación y sus tres raciones de comida.

La lista de espera no hacía más que crecer y por eso se veían impelidos a ampliar el centro, para poder acogerlos de un modo digno. En el mismo complejo había otra casa de acogida en la cual se ocupaban de los niños terminales.

Sin ninguna duda un orfanato era uno de los sitios donde alguien podía comprender con mayor crudeza los estragos de aquella lacra. En un país con 30 millones de habitantes, había 2 millones de menores huérfanos, de los cuales 600.000 ya habían perdido a sus padres. El Sida afectaba al 12% de la población y mataba a unas 40.000 personas al año. A pesar de los gigantescos avances aún quedaba mucho trecho para que en Africa esta enfermedad dejara de segar vidas sin piedad.

El funcionamiento del orfanato era muy sencillo. Podía y debía funcionar como una gran familia. Todos los niños hacían todas las labores siendo supervisados. Tareas de limpieza, turnos para servir, fregar y recoger los cacharros. De ese modo cada uno de ellos se sentía útil y parte de una familia, algo que la mayoría desconocía hasta llegar allí. Se cuidaban los unos a los otros.

Disponían de escuela y de enfermería para asegurarse la atención médica apropiada. Enzo y Tarek comprobaron de primera mano cómo disponían del mismo tratamiento antirretroviral que ellos mismos tomaban.

De los 41 niños, 10 estaban prácticamente desahuciados. Les habían llegado en muy malas condiciones ya y les suministraban cuidados paliativos en espera de una muerte que más pronto o más tarde sobrevendría. El resto de niños también enfermos pero por suerte controlados con la medicación estaban constantemente bajo revisión y supervisión porque cada cuerpo era un mundo. Cada organismo reaccionaba de forma distinta ante los ataques de virus o bacterias.

Durante toda la excursión por las instalaciones recibiendo las informaciones de su funcionamiento, horarios, actividades, etc, un colectivo de niños les iba siguiendo adonde fueran. Nadie tenía que decirles que se comportaran ni su ánimo era llamar la atención. Para ellos Enzo y Tarek eran un par de caras que no tenían ubicadas en su rutina y simplemente estaban expectantes. Sin osar tocarlos pero siguiendo sus pasos.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora