LET US KLING TOGETHER

46 0 0
                                        

Svetlana se puso roja como la grana y Enzo supo que algo iba mal.

- Svetlana, ¿qué ocurre? ¿qué le ha pasado a Lolo?

- No sé si le ha pasado algo... -se apresuró a aclararle.

- ¿Cómo? Que no sabes... -parpadeó nervioso.

- Hace tres días que no doy con él.

- Pero vamos a ver, ¿me estás intentando decir que has perdido a mi gato?

- Yo... yo... he intentado...

- ¿Qué has intentado?

Los ojos incendiarios de Enzo la estaban poniendo cada vez más nerviosa. No había modo de suavizar la situación. Lo cierto es que ella había quedado como responsable de los gatos y uno se le había perdido.

- Lo he probado todo. Lo siento mucho.

- ¿Lo sientes mucho? ¿Tan difícil es tu jodido trabajo? Solo son cinco gatos. Nunca se ha escapado ninguno hasta ahora.

- No entiendo cómo pudo ser. Quizás no haya salido de la propiedad. Igual se encuentra en algún rincón...

- ¿Es que no has buscado en todos los centímetros de la casa y el jardín?

- Si, estoy casi segura...

- Eso no me vale. El casi no me vale.

- Perdóname, Enzo. Ya no sé donde más mirar.

- ¡Joder! -estalló fuera de sí-. ¿Es que no me sale ni una cosa bien? Mas vale que Lolo aparezca, ¿me oyes? -la señaló furioso con un dedo amenazador.

Sin tregua todos; Duncan, Svetlana y Enzo se pusieron a buscarle. En cada rincón de la casa, en Daffodil Lane, todo el jardín. Duncan subió y bajó varias veces la calle que se extendía por todo su barrio y todas las callejuelas. Cogió una foto del gato y estuvo preguntando puerta por puerta a los vecinos si le habían visto. No hubo éxito.

En casa abrieron cada armario, alacena, cómoda, cajón. Rastrearon entre la ropa del cuarto de lavandería, el almacén, la bodega, todos y cada uno de los baños, donde a Lolo le encantaba dormir. Ni rastro de él.

Enzo, fatigado y enloquecido después de aquel esfuerzo, arrojó su querido jarrón hibachi de porcelana por la ventana. Duncan nunca le había visto así. Estaba desquiciado por completo. Fuera de sí.

Estaba tan desesperado y sin encontrar sosiego para pensar con claridad qué paso dar, que agarró su móvil y se puso a llamar a Tarek. Necesitaba oír su voz siempre calmada y equilibrada. Estaba a punto de sufrir una crisis nerviosa.

Nadie contestó a sus compulsivas llamadas. Colgaba y volvía a llamar. No se ponía al teléfono.

- Es un cabrón rencoroso. Llámale tú, Duncan. A ti te contestará.

Duncan así lo hizo y esta vez contestó a la primera.

- Tarek... -empezó Duncan pero Enzo se abalanzó hasta él arrebatándole el teléfono.

- ¿Por qué no me coges el puto teléfono? ¿No puedes pensar ni por un momento que esto es urgente?

- ¿Qué es lo que pasa ahora? Haces esto para fastidiarme ¿verdad?

- No me hables así. Si te llamo es porque te necesito.

- ¿Ah, si? ¿Cómo las anteriores veces? ¿Igual de necesitado estás?

- Lolo ha desaparecido.

- ¿Cómo que ha desaparecido?

- Lleva tres días perdido.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora