CARRY ON, CARRY ON

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Enzo apartó las sábanas y subió lentamente la camiseta de su marido para contemplar por primera vez esa monumental cicatriz atravesando su abdomen.

- Ni siquiera te he agradecido lo de Bruce -le dijo Tarek estrechándole contra sí.

- Bueno, los besos empapados en lluvia me volvieron loco. Yo te vi suficientemente agradecido ahí, bombón.

- Aún no me puedo creer que nos invitara a su concierto acústico en Nueva York.

Bruce Springsteen era el ídolo de Tarek. Tenía todos sus discos y era su artista favorito. Para Enzo fue relativamente sencillo mover sus hilos para conseguir que el de Nueva Jersey ocupara ese invernadero con su guitarra y su voz rasgada. En la pirámide interminable de escalones del star system siempre había confluencias entre unos y otros. El ex marido de Joanna, su agente, había sido abogado de uno de los miembros de la banda de Bruce. A través de esa vía fue como Enzo organizó todo para conseguir al músico americano en el jardín de su casa el día del alta de Tarek. Pero las gestiones para llegar a ese mini concierto habían sido complicadas. Sin embargo no había nada complicado para Enzo cuando se proponía algo.

- Yo sabía que ese sonido no podía ser de mi disco porque lo extravié en una de mis mudanzas...

- Lo sé.

- Y tampoco era la canción del disco Born in the USA porque no sonaba igual. Le faltaba el teclado, el bajo, la batería...

- Sabía que tú enseguida lo adivinarías. La idea era que no te metieras en casa.

- ¿Cómo conseguiste que Bruce accediera a venir a Londres a prestarse a esto? ¿Qué le dijiste?

- Lo primero que le dije es que mi marido tuvo su primera fantasía sexual con él.

- No serías capaz de decirle eso, descerebrado.

- Ya sabes que sería capaz, tontito. No, le dije ¿sabes, Bruce? Mi marido se imaginaba dejándote las llaves de su coche como en el video de I'm on fire.

- Oh, eso tiene estilo.

- Tengo estilo todo el tiempo. ¿Ahora te enteras?

- En realidad, me imaginaba en ese taller follando sobre el capó de un coche embetunados de grasa...

- Cerdo...

- Oh, Dios. Como me ponía esa mandíbula adelantada. Me daban ganas de ponérsela recta con mi polla.

- Eh, eh, basta. Como sigas hablando así, me voy a plantear castigarte.

- ¿Celoso?

- Ya sabes que de todo y de todos.

- Gilipollas, y traes a mi amor platónico a mi invernadero.

- Ya sabes que me puede el romanticismo. Me puede verte feliz, ilusionado y llorando como un bebé. Me encanta.

- Has puesto el listón muy alto con tu sorpresa de hoy.

- Cariño, no seas ridículo. Tú me has dado más de la mitad de tu hígado y yo a Bruce. Sigue siendo desproporcionado ¿no crees?

- ¿A qué te refieres?

- A que nunca te lo voy a poder pagar de la forma adecuada. Tenía que estar a la altura, amorcito.

- Me das miedo, señor Efseryan. Tu romanticismo a veces es letal. ¿Lo sabías?

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora