SUNDAY MORNINGS WITH A CUP OF TEA

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Enzo lo hizo todo. Leyó los cuatro guiones. Se tomó su tiempo para ello. Incluso se negó a cenar mientras pasaba hojas ávidamente. Ante lo cual Tarek optó por ponerse a cenar a su lado y colocarle pequeños bocados de comida en los labios como si fuera un pajarito en el nido. Tras horas ininterrumpidas de lectura y acabados los cuatro guiones, pensó que debía decantarse por uno solo. Tenía tal subida de adrenalina tras tantas horas sin descanso que despertó a Tarek para que los releyera. Ambos se pusieron a releerlos uno a uno.

- ¿Tú qué opinas? –le preguntó mordisqueándose la uña del dedo índice.

- Me siguen encantando.

- No, eso no puede ser –comentó impaciente Enzo poniéndose en pie y empezando a andar nervioso por la habitación-. Las segundas lecturas dan nuevas perspectivas a nuestras opiniones. Tienes que tener una idea más certera de cuál merece más la pena.

- Tú es el que hace falta que tengas una opinión. ¿No la tienes?

- Si, claro. Pero ya sabes que necesito la tuya. Y le pediré opinión a Duncan cuando se levante.

- Ahhh, a él no vas a despertarle. Qué bonito me parece.

- ¿Debería despertarle?

- Enzo, en serio. ¿Te has fumado algo mientras dormía? Cálmate. Mañana le das otra lectura completa con tranquilidad y acabas de tomar tu decisión. ¿Si?

- No es tan fácil, cariño. Hay cosas que me enloquecen en cada uno de ellos. Se todo lo que enriquecería a cada personaje. Mi cabeza bulle de ideas. Mira mis anotaciones –enarboló un bloc en el aire lleno con su letra peculiar llena de tachones.

- Ya lo veo pero deberías dormir un poco, mi amor.

- No, no. Debo llamar a Pauline.

- No lo dirás en serio. Déjala dormir, por Dios. Tiene una niña.

- ¿Qué tendrá que ver eso?

Mandó a Pauline un informe detallado de lo leído a altas horas de la madrugada. Ella puso el móvil en silencio, no estaba dispuesta a ceder a los caprichos de Enzo pero como siempre este podía ser enfermizamente machacón y en su fuero interno de muchos años de relación el sabía que Pauline no podía resistirse a complacerle.

- Enzo, son las cinco de la mañana. ¿En qué estás pensando?

- ¿No te dije que iba a llamarte?

- Tu puede que con tres horas de sueño te valga, pero yo no. Tengo una niña que atender ¿sabes?

- Qué curioso, es justo lo que acaba de decirme mi marido. ¿Charlotte está bien?

- Si.

- ¿Atenderla en qué? Estará durmiendo ahora ¿no?

- Oh, Enzo. Tú no entiendes lo que es la maternidad, amor. No voy a empezar a explicártelo ahora. ¿Qué querías decirme?

- Muchas cosas...

Al otro lado del teléfono, Pauline puso los ojos en blanco y espero a que vertiera en ella sus ilusiones e inseguridades.

Enzo lo tenía muy difícil. A veces la vida de los actores era muy dura cuando no les llegaba trabajo o cuando el trabajo que les llegaba no era de su agrado. Esa profesión implicaba un montón de emociones distintas y eran personas en eterno conflicto consigo mismas. El estatus de Enzo tras conseguir merecidamente un Oscar no convertía su carrera precisamente en un lecho de rosas. A veces tener delante de sí cuatro magníficos guiones podía causar al actor un extraordinario estrés. Estrés que Enzo estaba sintiendo y que le impulsó a llamar a Pauline. El quería hacer esas cuatro películas pero no era posible. Los cuatro proyectos tenían muy cercanas las fechas de inicio de rodaje mes arriba o abajo. Debía decantarse por uno. 

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora